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Tembleque

La Razón
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Rebajó el FBI la presión sobre Hillary Clinton y repuntó en las encuestas que, en el mejor de los casos, en plena ebullición de los correos, sonreían a Donald Trump con un empate técnico. Comenzó así en España la noche electoral con el viento en las alas de Hillary y Donald esperando en su torre el milagro del Tío Gilito. En ese proceso contable no había analista neutral que creyera en la victoria del marido de Melania, que aún no se imaginaba en el papel de Primera Dama. Ganar en Florida y Ohio era trascendental para el «machista y xenófobo» Trump, no tanto para Clinton. Triunfó en predios republicanos y en bastiones demócratas. Clint Eastwood lo celebra, como la ultraderecha europea; los jugadores de la NBA se hacen cruces, como la gente que trata de mantener la equidistancia entre el vencedor y Putin, ahora presuntos aliados. Estados Unidos y Rusia asociados en pinza contra natura. Algunos más que los del ISIS tiemblan.

Entre tanto, y en día tan señalado, Nike hace mucho más rico a Cristiano Ronaldo, Kroos se lesiona hasta 2017, el Barça anuncia que los deportistas de todas sus secciones sólo harán declaraciones en los medios del club para, horas más tarde, lanzar un comunicado de rectificación porque ni Trump hubiese metido la pata tan adentro. Y a todo esto, Neymar y Messi, en vuelo transoceánico, retándose en las alturas para ese partido crucial, clasificatorio para el Mundial de Putin entre Brasil y Argentina. Hay ocasiones en que el deporte no puede abstraerse de la política, en que el Atlético gana la Liga al Barça y al Madrid y en que la nación más poderosa del mundo se pone en manos de un iluminado que, según los expertos, hará temblar los pilares de la democracia. ¿Será para tanto?