Julián Redondo
Terapia de grupo
Retumban los nombres de los protagonistas en el Bernabéu según los va desgranando la megafonía; unos más que otros. Con el de Casillas suenan los primeros silbidos, compartidos por Ramos, Benzema y Ancelotti. El público, soberano, veterano, magno y hasta fundador, descarga la frustración de la Liga. Luego, rueda el balón y como no hay mejor bálsamo que los goles, terapia de grupo ideal, el graderío aplaude en paz. Marca Nacho a medias con Suchy, y Bale y Cristiano; el cuarto lo firma James antes del descanso. La felicidad hubiese sido completa de no ser por Derlis González, ese paraguayo que se parece al Kun hasta para batir a Iker. Mas para que la alegría fuera completa, el portero despejó el segundo de los suizos y Benzema, ¡aleluya!, firmó el quinto. Es la «Champions».
A miles de kilómetros, el Atlético se internó en el infierno griego, pura mitología del Olympiacos. El averno lo escenificó Míchel, que retó a Simeone con sus mismas armas: estrategia, presión, concentración y pierna dura al entrar a lo que se moviera. A Mandzukic le partió la nariz Kasami y el árbitro se enteró cuando le vio reaparecer al rato con los algodonazos en la napia. Con Oblak en la portería –apariencia de elemento extraño en un dispositivo que funcionaba a las mil maravillas con Moyá, que no ha costado 16 millones– y la defensa en la vendimia, Masuaku hizo el 1-0, el azulgrana Afellay el segundo y, cerca ya del descanso, Mandzukic se reivindicó con un buen cabezazo ( 2-1) frente a quienes observamos en él más cualidades madereras que balompédicas. Arda, en cambio, produce fútbol, que Mitroglou rebatió con el 3-1. Griezmann, otro buen pelotero, lo dejó en 3-2. Míchel ganó a Simeone.
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