César Vidal
Terrorismo híbrido
Igual que Cataluña o que las Vascongadas, Chechenia nunca existió como nación independiente. A decir verdad, sólo en el curso de la guerra civil rusa y de la segunda guerra mundial, se crearon entidades que pretendían alcanzar esa meta aunque fuera mediante una alianza con Hitler. A principios de los años noventa, tras el colapso de la URSS, los nacionalistas chechenos se lanzaron por el camino de la independencia y, desde luego, no eludieron recurrir al terrorismo. Todo lo contrario. Su arma privilegiada fue precisamente el asesinato de inocentes civiles. La lista de las acciones terroristas chechenas es inmensa. Ahí están el atentado de septiembre de 1999 en Moscú que causó la muerte de sesenta y cuatro inocentes; el asesinato de cuarenta y una personas en la localidad rusa de Kaspiik en mayo de 2002; o la ocupación del teatro de Dubrovka en Moscú en octubre de 2002 asesinando a más de ciento veinte rehenes rusos. Valiéndose de terroristas suicidas como en diciembre de 2002 en Grozny (ochenta y tres muertos) o de tácticas de guerrilla urbana –como en octubre de 2005 en Nalchik donde mataron a ochenta y cinco personas– los chechenos han demostrado ser la hez sanguinaria de un movimiento tan inhumano y vil como es el terrorismo islámico. En no escasa medida, constituyen una especie de híbrido entre el terrorismo nacionalista que se ha dado en el IRA, ETA o Terra Lliure y el musulmán de palestinos, libios o sirios. De manera bochornosa, en Occidente no han faltado los que han presentado a los chechenos como héroes y a los rusos –a pesar de sus víctimas que se cuentan por miles– como sanguinarios agresores. Así, cuando en marzo de 2010, dos mujeres suicidas detonaron una bomba en una estación de metro de Moscú, asesinando a treinta y nueve personas, y dos días después otras dos bombas mataron en Kizlyar a doce inocentes, apenas se produjo un eco en los medios de comunicación. Anti-rusos, musulmanes y vinculados con Al Qaeda, los terroristas chechenos han disfrutado de una especie de bula entre no pocas fuerzas políticas y medios de comunicación de Occidente. Craso y criminal error. Como en su día señaló Vladimir Putin, la única política frente al terrorismo checheno es la de acabar con los terroristas y no la de dialogar o pactar. Quizá el reciente atentado de Boston sirva para que así lo comprenda el mundo entero.
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