Ely del Valle

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La Razón
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Aunque parezca mentira, Rajoy sólo ha conseguido lo más fácil: ser presidente. A partir de ahora, tendrá que trabajarse los retos que plantea esta legislatura, y basta con mirar cómo han transcurrido los últimos once meses para saber que se enfrenta a ellos llevando como guardia de corps a Ciudadanos, un partido del que nunca va a saber si cuando le tiende la mano se la va a estrechar o le va a dar con un palo en los nudillos. El PSOE, por su parte, sólo le va a apoyar el tiempo que necesite para recomponerse y en aquello que suponga dar marcha atrás a lo hecho durante la pasada legislatura. El nuevo gobierno tendrá que bregar además con la oposición de la calle que es la que va a agitar Podemos, un partido liderado por pijos que quieren ser progres y progres que quieren ser pijos –la definición es de un amigo, pero se la robo porque me parece genial– que sabe que sin montar el espectáculo dentro y fuera del Congreso pierde gran parte de su «encanto». Y luego están los independentistas, mucho más crecidos que en legislaturas anteriores y con muchas ganas de dar guerra.

Lo de menos son los retos. La corrupción, las pensiones, Bruselas, los recortes, la Educación... todo se puede mejorar y de todo se puede salir si hay voluntad. Otra cosa es que se quiera, porque es muy difícil mirar sólo por el bien común cuando la estrategia de partido señala en la dirección opuesta. Para los demás, ha terminado la campaña electoral; para los políticos sin embargo ya ha empezado la siguiente, y nos guste o no, todos remarán a favor o en contra en función de sus propios objetivos. Si es verdad que los buenos viajes se miden en amigos más que en kilómetros, el de Rajoy puede dejar en pañales al de Dante bajando a los infiernos.