Julián Redondo

«Thriller»

La Razón
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Los escándalos arruinan reputaciones, pero no alteran los reglamentos, todos sensibles de mejoras y, sin embargo, bíblicos. Tal es el caso de la FIFA, enfangada hasta las orejas por unos asuntillos de «fraude, soborno y lavado de dinero» en los que se han visto implicados 17 personajes entre miembros y afines al organismo rector del fútbol mundial con Blatter a la cabeza. Nada baladí. Hay extraditados, presos, acusados, señalados, soplones y sospechosos. El escándalo da para un «thriller» basado en hechos reales. Hay mogollón de villanos y una chica, la justiciera Loretta Lynch, fiscal estadounidense instructora del caso, ajena al funcionamiento rutinario del ente, que aplica la ley al margen de huracanes y diluvios. Una cosa son los rufianes y otra, las ordenanzas y la ética, que no encuentran un poro por donde entrarle a Villar y han descubierto un océano por el que chingar a los tres grandes de España: el Barça, que ya ha cumplido la sanción de dos mercados sin fichar, y ahora el Madrid y el Atlético, amenazados con idéntico castigo si no consiguen demostrar su inocencia en diez días.

El Barcelona no dejó de proclamar su honradez mientras negociaba con la FIFA una reducción de pena, incluso la anulación. En «petit comité» reconocía que la labor de captación de talentos para La Masía en algunos casos había infringido ese estricto reglamento.

El Madrid, que entre los niños «irregulares» tiene a los hijos de Zidane, y el Atlético se declaran inocentes. La defensa madridista es contundente, contesta punto por punto a cada supuesta infracción; el comunicado atlético no entra en detalles. Llama la atención, no obstante, que pusieron las barbas a remojar –una nube de fichajes– mientras la FIFA afeitaba al Barça.