Motociclismo

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Todo es un agravio II

La Razón
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Les dejé con los 8oo euros que podían ganar las azafatas del gran premio de motociclismo de Jerez por estar encantadoras, alegrar y embellecer –con esto último me estoy ganando la hoguera de la inquisición feminista– un acontecimiento deportivo. Si nos ponemos a mirar agravio por agravio, ¿ qué mujer se podría considerar más vejada: la guapa azafata de los 800 euros por 30 horas de trabajo o la cajera de un hipermercado que gana una cifra similar por 175 horas mensuales, sentada día tras día en un estrecho lugar, sin ver la luz del sol y teniendo que estar despachando carros llenos de artículos con gran atención, porque una equivocación puede significar la no renovación de su contrato? Creo que son dos formas de ganarse la vida, sin que vea indignidad en ninguna. El problema de los bajos sueldos es la gran asignatura pendiente desde que estalló la crisis y que con la recuperación no se ha solventado. Por esa regla de tres, con lo de considerar eliminar el resaltar la belleza femenina en actos públicos, desaparecerían las modelos, las actrices y las grandes alfombras rojas, donde grandes artistas no dudan en enfundarse en vestidos prestados que han diseñado los grandes creadores de la moda (otra profesión que desaparecería), aderezadas de grandes joyas, con el único afán de crear un ambiente de glamour y belleza, que sirva para que el público disfrute y acuda a ver lo que se promociona. Se me argumentó que estas chicas sirven de floreros semidesnudos a los ganadores, que siempre son hombres. «Entonces lo que hay que prohibir son las carreras y todo deporte y profesión donde el hombre todavía siga siendo el protagonista», le contesté. Así, suprimiendo todo agravio, el paro puede crecer varios millones más.

No hace mucho escuchaba a una mujer muy preparada, y que defiende con gran inteligencia los derechos femeninos, hacer un comentario muy despectivo sobre la falta de clase y el desaliño de una mujer en plena batalla política por conseguir un puesto que hasta el momento solo han ocupado hombres. La miré sonriendo y le dije que el comentario era de un machista puro. Me miró a punto de saltar, pero se sonrío y me dijo: «Llevas toda la razón».