Todos tenemos talentos

Hablemos de discapacidad. Aunque unos cuantos se crean que los discapacitados son los otros, todos somos personas con capacidades y discapacidades. Los hay que no pueden ver, los hay que no pueden andar, o que no pueden oír; pero también los hay que miran sin ver, que corren sin caminar y que oyen sin escuchar. Todos tenemos talentos diferentes para cuestiones específicas y falta de capacitación para asuntos concretos. Yo soy inhábil para las matemáticas, para estar sin hacer nada o para evitar que me hagan daño las críticas. Soy insegura, vulnerable, intensa, impaciente, desordenada, orgullosa...Tengo tantas discapacidades que a veces disipan mis capacidades, que también son muchas. Lo mismo le pasa a mi amigo Enrique, que no puede ver, pero me advierte de los escalones cuando caminamos juntos y voy atolondrada; que me explica los números y me descubre las canciones más extraordinarias y que siempre me gana al ajedrez. O a mi amigo Juanjo,que no puede moverse más que en silla de ruedas, pero que es un grandísimo y genial guionista, un exquisito cocinero y una persona con un sentido del humor envidiable, tan envidiable como para que todos contemos las horas que nos faltan para encontrarnos con él. Ellos, personas con discapacidad según las normas establecidas, son, en realidad, personas con tantas capacidades y discapacidades como yo y probablemente mucho más capaces que tantas otras que no saben que son incapaces para las cosas más importantes: para amar, para comprender, para no sentirse por encima de los demás, para hacer un mundo a la medida de todos, para hacer felices a los otros, para contar cuentos, para revolcarse en la arena de la playa, para soñar...