Martín Prieto

UGT contra Hipócrates

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UGT contra Hipócrateslarazon

Rubalcaba, cada día más hipergestualizado, aprovecha la máxima audiencia de una televisora de Berlusconi para despachar sin rubor información averiada. La Sanidad (como también la Educación) es uno de los caballos de Frisia contra los recortes gubernamentales y propone la solución andaluza de subastar la farmacopea para evitar el copago. Podría aducirse que con la mitad de los mil millones de euros distraídos por la Junta de Andalucía en ERE falsos se habría aliviado mejor el «medicamentazo». Como el diálogo político ha sido sustituido por el vale todo, Rubalcaba fustiga al PP por patrocinar el gravamen sobre los medicamentos cuando, al revés, tiene recurridos los copagos de Madrid y Cataluña. Como en la guerra la verdad es la primera víctima. UGT, sindicato hermano, Cándido Méndez, mucho más que los compañeros de CC OO, ha tomado la Sanidad pública, que sensibiliza más que la Enseñanza, como muñeco apaleado, y como no bastan dos autonomías con tarifazo farmacéutico, afirman que el pasado año más de dos mil pacientes fallecieron en Valencia prematura e innecesariamente. Será que hay otro doctor Montes en la capital del Turia, pero aquello es una afirmación de juzgado de guardia y presupone un homicidio masivo por imprudencia dolosa. Vivo con médicos, he peregrinado a la isla griega de Koos, pisando las piedras del aula de Hipócrates, recitando su juramento y honrando a Galeno, que modernizó las intuiciones de su suegro. Conozco médicos buenos y malos, pero ninguno que por recortes presupuestarios, rebajas salariales o externalización de servicios haya dejado un enfermo a su suerte para que muera innecesariamente. Como Rubalcaba, la UGT carga el trabuco con cualquier cosa que hiera porque hay que ir calentando la próxima huelga general y cualquier barbaridad es utilizable. Las huestes de Cándido Méndez no se dan cuenta de que descalificando tan groseramente el discutible ahorro gubernamental infiere a los médicos ( y al personal de enfermería) el peor de los agravios a su condición juramentada: dejar morir a un paciente porque se ha terminado la jornada laboral. Mi médica, que es de UGT, está a punto de querellarse criminalmente.