Francisco Marhuenda
Un fraude que empaña una trayectoria
Es una noticia triste. Hace muchos años que conozco a Jordi Pujol. Le he respetado desde la discrepancia más profunda y directa. He escrito numerosos artículos en contra de sus planteamientos políticos. He sido muy crítico en tertulias y debates no ahora sino cuando era la persona más importante de Cataluña y tenía una enorme influencia en la política española. Cuando le atacaron por Banca Catalana escribí a su favor y tuve duras conversaciones con uno de los fiscales. Siempre creí que era intachable y se había arruinado por la política. Esta posición me era muy incómoda porque algunos lectores no lo entendían y la presión nacionalista cada vez era mayor. Es cierto que había rumores y luego la certeza de financiación ilegal, que creí que eran actuaciones inaceptables pero que estaban circunscritas a la actividad de su partido. Una lacra perversa que no se consigue erradicar porque los escándalos se suceden y afectan a los principales partidos. Nunca imaginé que la familia Pujol podía tener cuentas en el extranjero desde hacía décadas. Eran propiedad de la primera autoridad catalana. Un símbolo para millones de catalanes que lo veían como un idealista intachable en este terreno porque había puesto siempre Cataluña por delante de sus intereses personales. Cuando se hundió Banca Catalana creí que había perdido su fortuna. He discutido en infinidad de ocasiones sobre esta cuestión y siento profundamente haberme equivocado. Todavía recuerdo el comentario que me hizo un amigo que le visitó a principios de los noventa para despedirse porque abandonaba el importante cargo que ocupaba en Cataluña. Eran buenos amigos desde hacía décadas, aunque uno era socialista y el otro, el presidente de la Generalitat. Le advirtió sobre la información que le había llegado de los negocios de sus hijos. Pujol le contestó que los había dejado sin nada por culpa de la política y que tenían derecho a hacer negocios. Ahora resulta que tenía una fortuna en el extranjero y que prefirió no traerla a Cataluña. Creo que los catalanes nos merecemos algo más que una fría y confusa nota donde dice cosas realmente sorprendentes para justificar que no hubiera regularizado una fortuna que incluso no sabemos cuál es el importe. Como lo he defendido en esta cuestión sin importarme que mucha gente no lo pudiera entender, me siento ahora legitimado para decirle que ahora sí toca explicar a los ciudadanos con detalle un fraude que empaña gravemente su trayectoria política y perjudica la imagen de CiU.
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