Restringido

Un gélido encuentro

La Razón
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Según el guión previsto: nadie podía esperar que de la reunión que ayer mantuvieron Rajoy y Sánchez en La Moncloa, la primera después de la cita electoral del domingo, fuera a salir algo más que un rotundo no del socialista a la investidura del líder del PP. Con todo, a estas alturas, se trataba por parte de Rajoy de explicitar su apuesta por el diálogo para formar un Gobierno estable que dé certidumbre a los españoles. Así lo formuló el propio presidente en un escueto mensaje de Twitter tras el encuentro. Según me cuentan fuentes de La Moncloa, la conversación que ambos políticos mantuvieron «fue educada, aunque gélida, con un Sánchez cerrado a escuchar propuesta alguna». Y corta, muy corta: apenas 45 minutos. Tras la inquietud que se ha instalado entre buena parte de los españoles por la fragmentación del nuevo Congreso y por la senda por la que Cataluña se ha introducido institucionalmente al apostar por un proceso de ruptura con España dirigido por el anarquismo, quizá hubiese sido deseable que, más allá de la investidura, los mandatarios de los dos mayores partidos españoles hubieran podido dialogar en profundidad de otros aspectos donde es más lo que les une que lo que les separa. Pero las cosas están como están. Tenían que romper el hielo, porque no ha habido tiempo para que cicatricen las heridas de la campaña. Después del debate televisivo en el que Sánchez llamó indecente a Rajoy y el presidente le acusó de ruin, mezquino y miserable, las relaciones personales de ambos políticos están rotas por completo. Y, claro, no dan como para ir más allá de lo marcado en el protocolo. Sólo ver el saludo distante de ambos y las caras ostensiblemente serias que mantuvieron en todo momento ante los fotógrafos ya revelaba que el apretón de manos no era plato de gusto para ninguno. Tampoco las militancias respectivas hubiesen entendido otra forma de comportarse. En una negociación que muy probablemente va a extenderse durante meses, cada gesto cuenta. Y la distensión entre los máximos dirigentes de PP y PSOE, si se llega a producir, requerirá de mucha paciencia. Aun así, la imagen Rajoy y Sanchez juntos este miércoles es positiva como recado de que vivimos en un Estado donde reina la normalidad institucional.