Carlos Rodríguez Braun
Una idea para Albert Rivera
El acuerdo entre PP y PSOE para aprobar los Presupuestos crujiendo con aún más impuestos al pueblo ha dejado descolocado a Ciudadanos. Inasequible al desaliento en mi vocación de servicio al público, les brindo una idea que tienen muy cerca, y que los convertiría en el único partido que apuesta por la libertad de los ciudadanos. Conviene quizá tener presente que ahora los que piden menos burocracia y menos intervencionismo pueden cosechar buenos resultados electorales.
Tres profesores explican en el último número del «American Economic Review» que en Francia hay muchas empresas que se quedan con sólo 49 trabajadores. Porque allí, como en muchos otros países, predomina la estupidez pseudoprogre de castigar a las empresas grandes. Y, en efecto, si tienen allí 50 trabajadores o más, el poder las maltrata: tienen que organizar y pagar comités de empresa, pagar sindicalistas, darle más información al Estado, afrontar más dificultades si tienen que despedir a trabajadores, etc. De ahí que haya relativamente más empresas pequeñas en Francia que en Alemania o EE UU.
Hace unos cuarenta años el (después) premio Nobel de Economía Robert Lucas sugirió que este tipo de intervenciones conspiran contra el crecimiento, porque la economía resultaría más productiva, generando más crecimiento y más empleo, si se facilitara que las empresas más eficientes pudieran crecer. Pues bien, dichos tres profesores demuestran que el intervencionismo galo, con su regla que castiga a las empresas si tienen 50 empleados o más, frena la economía francesa.
Estos autores prueban que, con esa regulación, las empresas más eficientes producen menos y emplean menos trabajadores que si hubiese un mercado más libre. Tales distorsiones explican una parte apreciable de las diferencias en la productividad de los países. Hay muchos análisis empíricos que avalan que la desregulación, la competencia y la libertad de comercio mejoran la economía al incrementar la correlación entre tamaño de la empresa y productividad. Los mejores gestores deberían tener más trabajadores bajo su dirección. Si se aplican impuestos al trabajo (esas regulaciones lo son), los salarios de equilibrio bajan (es falso que los impuestos al trabajo los paguen sólo las empresas), aumenta el tamaño de las empresas debajo del umbral regulatorio y baja su tamaño hasta ese umbral en el caso de las empresas que no son lo suficientemente productivas como para compensar el incurrir en los nuevos costes regulatorios. «El PIB baja un 3,5%, esencialmente por el mayor paro, pero también por mantener a las empresas más productivas por debajo de su tamaño óptimo... Demasiados empleados trabajan para las empresas pequeñas, y demasiado pocos lo hacen en las grandes».
Es una oportunidad para que Ciudadanos se atreva a plantear propuestas liberales, esas que odian los demás partidos, pero no el pueblo. El artículo mencionado, publicado en el «American Economic Review» en su número de noviembre de 2016, está firmado por tres profesores: Claire Lelarge, John Van Reenen y un tercer economista cuyo nombre seguro que le suena a Albert Rivera. Se llama Luis Garicano.
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