Iñaki Zaragüeta

Una nueva complicidad

La Razón
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Dirán lo que quieran, pero el acuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para desbloquear las negociaciones de PSOE y Podemos en Castilla-La Mancha, incluida la entrada en el Gobierno regional de los morados, nos enseña la deriva elegida por Sánchez tras su resurrección política: volver a las andadas, al camino que le condujo a su separación temporal del liderazgo. Su apuesta actual –en eso no engaña– es batallar hasta la extenuación contra el PP, y hacerlo recuperando las bolsas de votos de la izquierda, las que en su opinión le arrancó Podemos. Otra cosa será comprobar quién se come a quién. El tiempo lo dirá, como enseñará si le ha merecido la pena, si lo que presuntamente intenta obtener en ese campo compensa lo que pueda perder por el otro más centrado.

Tras la experiencia castellano-manchega, una pregunta inevitable ¿cambiará la táctica de Podemos de apoyar Gobiernos sin formar parte de ellos en otras Comunidades? ¿El pacto entre Emiliano García-Page y José María García Molina es el comienzo de una nueva singladura entre estos dos partidos? Eso parece.

Nadie duda que Sánchez e Iglesias están más cerca ahora que en los meses siguientes a las elecciones del 20-D de 2015, cuando el secretario general del PSOE desechó las exigencias del segundo para formar Gobierno –Vicepresidencia, CNI, TVE...– y prefirió la aventura destinada al fracaso a través de un pacto con Ciudadanos.

Una cosa está clara. Sánchez, tras su victoria en el PSOE, quiere la Presidencia del Gobierno cualesquiera que sean sus cómplices. Veremos si le dejan. Así es la vida.