Francisco Marhuenda

Una oposición que pierde el rumbo

Rubalcaba mostró ayer con su cara desencajada el resultado del esperado debate. La oposición no tiene líder y el secretario general del PSOE es un lastre para su partido. No sólo perdió una gran oportunidad, sino que comprobamos su incapacidad para hacer algo más que pedir una dimisión de forma extemporánea y sin fundamento. Los periodistas hemos creado el mito de Rubalcaba y ahora podemos constatar que tiene los pies de barro. Es cierto que hubiera preferido un líder de la oposición con mayor altura política, pero con el caos que tiene montado en el PSOE supongo que creyó que Bárcenas era su tabla de salvación y se ha encontrado con que ha sido su hundimiento. Rajoy estuvo claro y convincente, aunque era evidente que no iba a convencer a una izquierda cuyo único argumento es pedir la dimisión y seguir la estrategia que marca un delincuente de la catadura moral de Luis Bárcenas.

No se vio alegría en las filas de la izquierda política y mediática tras el fracaso del debate. El presidente del Gobierno fue muy claro al reconocer el error de haber confiado en un colaborador desleal. Lo hizo sin subterfugios y con insistencia. No hay nada más eficaz que la verdad. Rajoy tiene una trayectoria intachable. Nunca ha existido la más mínima sombra de duda. Nunca nadie ha dudado de su honradez, porque siempre ha mostrado, con los aciertos y errores en su gestión, una ética impecable. Ni responsabilizó a otros de su error ni buscó la salida fácil de la herencia recibida. No se hubiera correspondido con su carácter. Estuvo excelente tanto en su intervención inicial como en las réplicas, porque tenía la fuerza interior de quien no tiene nada que esconder. Este fue el gran error de la táctica oportunista de Rubalcaba. No hubo ni un atisbo de titubeo o de temor, porque una cosa son las indignidades de Bárcenas y otra muy distinta el PP. Es un debate en el que Rajoy se sintió seguro, tal como demostró, y evidentemente no se iba a declarar culpable porque no lo es. El círculo de la calumnia es algo terrible, porque un Bárcenas cualquiera fabrica pruebas, lanza mentiras para esconder el origen de su escandalosa fortuna y la oposición sigue su libreto. A partir de acusaciones sin pruebas hay que demostrar la inocencia. Es un despropósito en un Estado de Derecho.

El problema es que la oposición quiere desalojar al PP del poder a cualquier precio. No le importa la verdad. Rajoy les puso en evidencia al señalar que no le pedían explicaciones, sino simplemente que se declarara culpable y dimitiera. El tiempo juega en contra de un agónico Rubalcaba que tiene una fuerte contestación en su partido mientras España comienza, afortunadamente, el ciclo de la recuperación económica. Ha perdido la oportunidad de salir por la puerta grande y lo hará por la de servicio tras esta severa derrota parlamentaria. Rajoy cuenta con una sólida mayoría absoluta y la cohesión interna de su partido, que ayer salió más reforzada. La oposición no tiene rumbo y si sigue la estrategia del ex gerente y sus «amigos» no hará otra cosa que fortalecer al PP. No hay un caso del Partido Popular, sino un caso Bárcenas.