Fernando Rayón

Una persona de fiar

La Razón
La RazónLa Razón

Estaba claro. El problema no era la CUP, que para eso son anticapitalistas y antisistema y están a lo suyo, a desgastar a las personas e instituciones. El problema era Mas que, contra viento y marea, se propuso pactar con ellos con tal de ser investido. Luego pasó lo que pasó. Pero lo que pocos esperaban –yo estaba convencido de ello– era que el President intentaría a la desesperada convencer a alguno de ellos –necesita sólo dos votos– con tal de seguir en el poder.

Si no fuera por el patetismo que este intento manifiesta, similar al que él mismo mostró en la comparecencia tras el no cupero, habría que pensar algo para que este hombre tuviera una salida no digna, pero una salida: tipo clases de español en Puerto Rico o algo similar.

Pero su actitud y resistencia –no sé si decir numantina– demuestra algo más. Cuando falla un proyecto –cuando falla su proyecto– el nacionalismo se queda sin argumentos y carece de futuro. Es quizá eso lo que no es capaz de percibir Artur Mas. Su partido, Convergència –o Democracia y Libertad, o como se llame en el futuro–, ha llegado a decir que la CUP es la gran aliada de los poderes fácticos y políticos del Estado para echarle. No se da cuenta de que ya no le necesitan. Mas es un lastre que consintieron cuando había que iniciar la travesía independentista, pero que ahora es necesario soltar porque perjudica el rumbo de la nave. La corrupción, el desgobierno y la división de su partido se soportó con tal de que llevara a los votantes desde el nacionalismo moderado al independentismo revolucionario. Y basta.

Si tuviera vergüenza torera, o incluso sentido común, Mas miraría hacia otro lado para plantear un gobierno distinto, que es lo que de verdad preocupa a los catalanes. Pero el tampoco sobreviviría en él. En La gran belleza, la magnífica película de Paolo Sorrentino, hay un personaje que lleva en un maletín las llaves de todos los palacios romanos porque –explica a la protagonista– resulta ser «una persona de fiar». Pues bien, Mas ya no es de fiar. Solo le queda esperar a que la CUP se divida aunque, conociéndoles, quizá se dividan para que uno solo de sus diputados le vote y el resto le rechacen. Sería la última jugada. Y él, aun así, pensaría que puede seguir haciendo el ridículo.