Sergio Alonso

Una subcomisión sin fundamento

La Razón
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2013 va a ser un año duro. Más bien, durísimo. El peor de la crisis, sin duda. En Sanidad, los ajustes autonómicos para hacer frente a los recortes presupuestarios van a dejar pequeños todos los que se practicaron en 2012. Hay gerentes que reconocen incluso en determinados círculos que serán incapaces de cuadrar los balances, y que a mitad de año no tendrán más remedio que retrasar la administración de algunos tratamientos farmacológicos a los pacientes porque no hay dinero para pagarlos. Alguno ha implorado al Ministerio que dilate lo máximo posible la llegada de nuevos medicamentos a los hospitales, aunque sean revolucionarios, por temor a que sus cuentas queden al descubierto. En este contexto, con la deuda sanitaria engordando de nuevo y con un retraso en la facturación a los proveedores cada vez más creciente, no entran en cabeza de nadie iniciativas como la que ha puesto en marcha esta semana el Congreso de los Diputados. Resulta inaudito que en un momento en el que lo que hacen falta son medidas urgentes, planes de choque inmediatos y reformas drásticas a corto plazo para garantizar la sostenibilidad del sistema, las autoridades políticas y legislativas se enfrasquen de nuevo en la búsqueda de un pacto en el Congreso, y monten para ello toda una parafernalia de comparecencias estériles con los agentes del sector sanitario. Supe desde la lejanía de las negociaciones del Informe Abril. Cubrí los trabajos de la subcomisión parlamentaria que puso en marcha José Manuel Romay para el mismo fin, y seguí también de cerca las reuniones de la comisión que ideó Soria y fracasó ya bajo el mandato de Trinidad Jiménez. Ninguna de estas iniciativas valieron para nada: los representantes del sector hablaban, pasaban los meses y, al final, se fraguaba un documento de tintes políticos ajeno totalmente a la realidad del momento. La Sanidad no admite más dilaciones ni mareos de perdices. Hacen falta más acciones y menos subcomisiones parlamentarias.