Valérie

Valérie Trierweiler, la ex pareja de François Hollande, ha escrito un libro titulado «Gracias por este momento» donde habla del Presidente de la República Francesa, que es ese señor que lleva puesto siempre un traje negro. Se pueden encontrar fotos suyas ataviado con un traje oscuro viajando a Mali (50º a la sombra), yendo en moto a encontrarse con su última amante y hasta jugando al tenis. «Sensu stricto» filológico, amantes son todas las mujeres que han pasado por sus brazos, porque él sigue manteniéndose soltero, nunca se ha casado. Ni con Ségolène Royal, madre de sus cuatro hijos conocidos. Lo más interesante del libro de la ex «First Girlfriend», la ex «Primera Novia», no es que relate el secreto del éxito sentimental de Hollande –haría falta una centena de tesis doctorales, no el panfleto de una mujer despechada–, sino pequeñas y miserables confidencias tales como que el Presidente de la República Francesa llama «sin dientes» a los pobres. «Sans dents», ¡los desdentados! La expresión recuerda a «sans culottes», los «sin calzones», término con el que se designaba en el siglo XVIII a las clases sociales bajas, que poseían sentido del ridículo y ningún dinero para vestir las «culottes» o calzas cortas a la moda, al contrario que las clases acomodadas, que sí las usaban porque carecían de lo primero y andaban sobrados de lo segundo. Hollande sabe que fueron esos «desarrapados» incapaces de ataviarse con pantaloncitos cortos quienes lograron que la burguesía revolucionaria se dedicara a cortar cabezas en la guillotina durante la llamada Revolución Francesa (1789). (Aquello sí que fue socialismo). Tampoco hoy las clases populares, «sin dientes», consiguen vestirse de traje a todas horas, como Hollande. Pero quizás sí puedan darse cuenta de las consecuencias de encumbrar con sus votos a un sansirolé.

(Gracias, Valérie, por este momentazo).