Restringido
Venganza y justicia
Pablo Iglesias, tan poco dado en casi todo a las equidistancias, ha decidido instalarse en una posición de «ni contigo ni sin ti» con respecto al pacto antiyihadista. Para el líder de Podemos, aunar fuerzas, buscar estrategias comunes, facilitar nuevos mecanismos de lucha contra el fanatismo y endurecer las penas a quienes utilizan los valores de la democracia para intentar aniquilarla es pura y simple venganza. Y para apoyar su tesis ha desempolvado una frase de Mandela –«Lo que nos hace libres no es solamente no tener cadenas, sino respetar y fomentar la libertad de todos los demás»– que no venía demasiado a cuento pero que adorna una barbaridad. Eso sí, acto seguido se fue a la embajada francesa a solidarizarse con las víctimas y a firmar en el libro de condolencias, en el que suponemos que no se habrá atrevido a reproducir la frase en cuestión. A cambio de su negativa a sumar, Iglesias ha pedido al presidente del Gobierno la creación de un «consejo de la paz» en el que participen todos los actores políticos y sociales y expertos de reconocido prestigio en la construcción de la paz y la defensa de los derechos humanos. Vamos, que sólo le ha faltado tocar la flauta y repartir margaritas. El problema es que lo que se quieren cargar los terroristas es precisamente la paz y los derechos humanos. Son la «liberté, la égalité y la fraternité» lo que pretenden hacer volar literalmente a golpe de explosivos. Iglesias, no obstante, cae en el mismo viejo error de todos los regímenes totalitarios de confundir la venganza con la Justicia para darle la espalda a un pacto común entre fuerzas democráticas prefiriendo apostar por el buenismo como arma defensiva, que es, como poco, una curiosa respuesta para quien considera, sin embargo, que el asalto es mucho más efectivo que el consenso cuando se trata de conseguir el cielo.
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