Luis Alejandre
Volar desde Dakar
Dakar, actual capital de la República de Senegal, está situada en el extremo más occidental de África. La situación de su puerto y aeropuerto la convierten en pieza estratégica clave, no sólo para operar en la región sino para la navegación en el Atlántico meridional. Ubicada en la península de Cabo Verde, a 560 kilómetros de las islas del mismo nombre, durante la Segunda Guerra Mundial tuvo un papel clave, al estar situada a «sólo» 1.800 millas de Pernambuco, en Brasil, algo menos de los 2.200 que la separan de Tánger. Leer las cartas aeronáuticas de 1942 y los mapas de la ciudad –sus fuertes, su lazareto– es toda una lección de historia. Frente a su amplio puerto, dotado de arsenal y «dry dock», se encuentra la isla de Gorée, un centro de distribución de esclavos utilizado por portugueses, holandeses, ingleses y franceses, hoy declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO como «santuario de reconciliación».
Cuando a comienzos de 2013, Francia y el Gobierno maliense decidieron frenar el avance de los rebeldes islamistas ligados a Al Qaeda que desde hacía un año controlaban de facto el norte de Malí, recibieron el apoyo de España, junto a Canadá, Reino Unido, Bélgica y Dinamarca, que desplazaron capacidades militares a la región. Dakar volvió a ser imprescindible. La respuesta de España fue rápida: un Consejo de Ministros aprobaba el apoyo un 18 de enero y el 29 ya se realizó un transporte aéreo nuestro entre Dakar, Bamako(Mali) y Niamey(Níger). A esto se le llama compromiso y eficacia.
Pronto, lo que inicialmente se llamó «operación Serval» (nombre de un felino en peligro de extinción), exclusiva para Malí, extendió todas sus operaciones a la totalidad de la franja del Sahel. Hoy se opera en cinco países más –Mauritania, Niger, Chad y Burkina Faso–, desplazando el centro de gravedad de las operaciones desde Bamako en Mali a N’Djamena en Chad.
En Dakar opera desde 2013 el «Destacamento Marfil» de nuestro Ejército del Aire, compuesto por 54 militares, hoy al mando del teniente coronel Terrados, operando un Hércules C-130 de la Base Aérea de Zaragoza, reemplazado durante más de un año (julio 2013-octubre 2014) por un C-295 de Getafe. Dos tripulaciones de vuelo completas –6 pilotos, 2 mecánicos de vuelo y 4 supervisores de carga– están apoyados por un potente equipo de mantenimiento del Ala 31, una Sección de Protección y de Apoyo al Despliegue de la EADA, una Sección de Comunicaciones y un equipo médico (Role 1). Los números son significativos: 327 misiones de apoyo; 2.900 horas de vuelo; más de millón y medio de kilos de carga; algo más de 9.000 pasajeros transportados. Al margen de la operación liderada por Francia, el «Marfil» contribuye al sostenimiento del contingente español del Ejército que opera en Bamako y Koulimoro en Mali, participando en la operación europea de adiestramiento de las Fuerzas de seguridad malienses y la formación de equipos de operaciones especiales en la región.
Es difícil sonsacar a nuestros hombres muestras de esfuerzo o de sacrificio, cuando yo les pido que las destaquen. Asumen su esfuerzo, ponen a prueba su buena preparación y, modestos, sólo dicen que cumplen con su obligación. Por supuesto son conscientes de que allí también se juega nuestra seguridad y que de la crisis en el Sahel nos llegan consecuencias graves en forma de emigraciones incontroladas, inestabilidades en los gobiernos de la zona, guerras tribales, ocupaciones territoriales, estados fallidos. Y en la parcela que les corresponde, hacen su trabajo de la mejor y más eficaz forma posible. ¡Como si volar a Yamena, a Niamey, a Atar, a Uagadugú o a Gao no exigiera preparación y concentración! ¡Como si no hubiera que arriesgar cuando las temperaturas superan límites o cuando las ayudas aeronáuticas son escasas! Sólo se les escapa un «desde el punto de vista de material se realizan ingentes esfuerzos para mantener la operatividad» máxime, dicen, «cuando las averías surgen en otros campos del área de operaciones, que requieren traslado de repuestos y trabajo en condiciones climatológicas extremas y con medios de apoyo muy limitados». Les he sacado estas frases con pinzas, porque les conozco. Muchos años en la Brigada Paracaidista me llevaron a conocerles bien. Y las misiones lejanas en Iraq y Afganistán reforzaron nuestro mutuo conocimiento. El teniente general Mestre, experto piloto de C-130 , bien sabe a qué me refiero.
Un último apunte para comprender las operaciones actuales. En una tribuna anterior refería la dependencia de la Batería PATRIOT desplegada en Turquía del Cuartel general de la OTAN ubicado en Ramstein (Alemania). Las misiones programadas y asignadas a nuestros aéreos se realizan desde el Componente Aéreo de la Fuerza Conjunta con sede en Lion (Francia) donde se encuentra integrado un oficial de enlace español que realiza la coordinación directa con el destacamento.
Ellos no nos lo exigen, pero nosotros sí valoramos su trabajo, su esfuerzo y su asunción de riesgos. ¡Por nuestra seguridad! ¡Gracias!
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