Elecciones Generales 2016
Wet Bias
El Wet bias es un fenómeno común en meteorología por el que los profesionales pronostican más días de lluvia de los que realmente ocurren. Sin duda, las técnicas meteorológicas han evolucionado desde el día, allá por los años sesenta, en el que D. Eugenio Martín Rubio, sustituto del sempiterno D. Mariano Medina, se cortó el bigote por jugárselo a que llovería al día siguiente.
No llovió y cumplió. Sin embargo, la predicción meteorológica sigue fallando a menudo. La razón hay que buscarla en que la previsión del tiempo se basa en probabilidades y esta nunca se da al 100%. El espectador quiere certezas y el “hombre del tiempo” no puede darlas sin margen de error.
Todos hacemos nuestros cálculos en función de la predicción que ofrecen los informativos y, a veces, se malogran cuando esta es equivocada. Quizá sea más seguro atender al dolor de huesos que sufre mi madre en la víspera de un cambio de presión atmosférica.
Algo parecido ocurre con las encuestas. En este caso la razón estriba en que, en ocasiones, responden a estrategias diseñadas para cambiar la opinión de la sociedad, otras veces son el resultado de una estrategia previa y, en todo caso, cuando una encuesta ve la luz cambia por si sola la realidad. A nadie le gusta apostar por el caballo perdedor.
El segundo de los casos se ajusta al esfuerzo desarrollado por el Sr. Pablo Iglesias para ser considerado la alternativa al PP. Ya lo intentó en las elecciones de diciembre. Entonces fracasó porque la potencia del PSOE, incluso en un momento de debilidad, impidió que ese escenario virtual fuese percibido como real por los electores.
Pero el Sr. Iglesias es perseverante, ha seguido insistiendo en la estrategia, perfectamente estudiada y ha conseguido crear un clima de opinión en el que los analistas a estas alturas solo se preguntan si el sorpasso, (por cierto, término acuñado por Podemos), será solo en votos o también en escaños.
Lo malo es que algún error estratégico de los socialistas se ha convertido en un aliado impagable del Sr. Iglesias. Cuando el PSOE, en declaraciones que se reproducen en todos los informativos de televisión, emisoras de radio y periódicos, asegura que no dará su apoyo ni al Sr. Mariano Rajoy ni al Sr. Iglesias, refuerza la idea de Podemos como alternativa al PP.
Cuando el periodista responsable de las “homilías” del grupo PRISA, en forma de videoblog diario, dice que “ni el PP ni Unidos Podemos van a poder gobernar sin el salvoconducto del PSOE”, vuelve a fortalecer la estrategia del Sr. Iglesias.
Hace dos años Podemos no llegó al 8% de votos, a fecha de hoy pelea de tú a tú con el partido socialista. Agarrarse al argumento de que “la situación política del país no es comparable con ninguna otra del pasado” es naíf, o una tomadura de pelo, depende del punto de vista desde el que se interprete la intención.
El PSOE es un partido de raza, que históricamente se ha crecido en los momentos duros, y unos cuantos ha tenido en 137 años. La política es una mezcla justa de razón y corazón. Las razones del PSOE no han penetrado suficientemente en los hogares de los españoles y el corazón no se refiere a un posado familiar, sino a la capacidad de los líderes para transmitir emociones y hacerse cargo del estado de ánimo de una sociedad cansada y con muchos problemas por resolver.
Debe aprender de sus errores, un partido que no reivindica sus activos contribuye al deterioro de los mismos que hacen sus adversarios. Los consejos de algunos proveedores del PSOE y la mala influencia del diario El País han concluido en una pésima reivindicación de los logros de los presidentes socialistas. Una parte de la sociedad lo ha interpretado como una victoria de las tesis de los adversarios del partido socialista.
Y que esta vez, también, el hombre del tiempo tenga que afeitarse el bigote.
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