Pactos electorales
Y sonó el despertador
El único que no parece nervioso o apurado es Mariano Rajoy. En el PP son multitud los dirigentes a los que no les llega la camisa al cuello, pero él ni ha pestañeado.
Al día siguiente del 20-D, desde que Pedro Sánchez soltó aquello de «No, no, no y que parte del no no entiende», la tesis del líder popular fue que nada que propusiera tendría la mínima aceptación. Había que esperar, jugársela, confiar en que al líder del PSOE no le saliera el plan de formar un «Gobierno Frankestein» con Podemos, IU, los periféricos, las mareas, el PNV y los independentistas.
Cuando Sánchez llegara a la conclusión de que por esa vía no iba a cumplir su sueño de ser presidente, sería el momento de actuar.
Pues ha sonado el despertador. Hay quien sostiene que en los 23 días que restan hasta la fecha en que habrá que disolver las Cortes aún podemos asistir a otro esperpento. Yo lo descarto, entre otras razones porque Ciudadanos, que parecía irrelevante con 40 escaños hace tres meses, ha logrado colocarse en el centro del tablero y anclar al PSOE al muelle de la sensatez.
Hacerse con el Gobierno conlleva repartir entre los tuyos 4.000 estupendos cargos, que van desde el de ministro, a la presidencia de la SEPI, pasando por RTVE a Paradores, pero no me imagino a los socialistas poniéndose otra vez de felpudo de Podemos, tras escuchar ese lloroso «Pablo me ha engañado» con el que resume Sánchez su patinazo.
Tampoco a Pablo Iglesias tendiendo un puente de plata a eso que ha denostado como «un gabinete de Ciudadanos, presidido por Sánchez».
Seguro que Carolina Bescansa le ha dicho ya que están bajando en las encuestas y que las revelaciones sobre el pitufeo y los dineros chavistas enturbian su imagen, pero «Coleta Morada» es más presumido que un quinto mal hecho y da por seguro que remontara en campaña electoral. En el peor de los casos y aunque se deje jirones, siempre le queda la baza de pactar con Alberto Garzón, que es como él aunque menos «guay», y concurrir unidos a IU. Con este panorama, a quien le toca mover ficha y con tanta decisión como premura es a Rajoy. No sería de recibo continuar ausente, confiando en que la abstención y el hastío le hagan el trabajo, permitiendo al PP subir en escaños y sumar mayoría con Ciudadanos.
Tiene que negociar de verdad en estas tres semanas ese gobierno de gran coalición que ponga en órbita a España.
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