Rosetta Forner

Yo (no) robot

Yo (no) robot
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De tanto no usar ciertas capacidades privilegiadas que vienen de serie en el ser humano, al final se nos han atrofiado, y ahora la ciencia busca recrearlas en el laboratorio. Los ciborgs pretenden emular ciertas facultades consideradas propias de dioses o de seres excepcionales, tales como la telepatía, la telequinesia (mover objetos con la mente), o cambiar la climatología como antaño hacían los chamanes. Por ser posible, todo es factible. Actualmente, hay medicinas que curan, pero sigue siendo imprescindible que el ser humano colabore poniéndole ilusión y voluntad de curarse, o las medicinas demuestran que tienen un efecto o poder limitado. Que un ser humano se implante chips en su cuerpo físico y eso le permita comunicarse telepáticamente con otro, va a ser que ya está inventado. No sé si estos científicos tienen la buena intención de facilitarle la vida al ser humano, o por el contrario, quieren mejorarlo porque les asiste el cinismo propio de las mentes privilegiadas desconectadas de su lado humano o corazón. La tecnología nos facilita la vida excepto cuando la entorpece. Hemos evolucionado tecnológicamente pero emocionalmente estamos aún en las antípodas de lo que podemos llegar a ser. Curiosamente, el alma no es posible clonarla ni reproducirla en laboratorio alguno. La singularidad, la genialidad, el libre albedrío son consustanciales al ser humano. Bienvenidos sean los avances que mejoren la vida. Sin embargo, la tecnología abusada está atrofiando cualidades humanas. Yo me apunto a ser NO robot. Prefiero usar mi cerebro y mis capacidades humanas de serie porque éstas me hacen única y genial, y me permiten ver «la vida en Rosetta». Sí a la tecnología, pero no a cambio de perder el alma.