Eleuteria

Crispación

Parecería que la aspiración del todavía presidente del Gobierno es mimetizarse cada vez más con Podemos para aglutinar a su alrededor todo el voto del espectro de la izquierda

En un gesto tan audaz como desesperado, Pedro Sánchez ha decidido adelantar las elecciones generales al próximo 23 de julio. Lo ha hecho, según nos aclaró ayer, «en conciencia», para poder volver a dormir tranquilo por las noches como debió de dejar de hacer tras pactar gobierno con Pablo Iglesias.

Nos asegura que, a través de las urnas, pretende que los españoles se pronuncien, cual plebiscito personalista, sobre si quieren tolerancia u homofobia, sostenibilidad o degradación medioambiental, igualdad o desigualdad, Biden o Trump, izquierda o extrema derecha, bien o mal: o, en suma, Sánchez o Feijóo.

No son unos comicios más, sino unos que decidirán la suerte futura de nuestra democracia. Planteada la elección en tales términos, el sentido del voto debería ser obvio para cualquiera que tenga dos dedos de frente y, sin embargo, la mayoría de españoles –al menos a tenor de lo que votaron el pasado 28-M en las autonómicas y municipales– no parece verlo así. ¿Acaso son redomadamente estúpidos? Podría ser, pero abrazar semejante premisa no parece contribuir demasiado al objetivo de salvar la democracia, de modo que es mejor explicar las malas decisiones que toman los votantes apelando a la manipulación de los medios de comunicación.

Y Pedro Sánchez también lo ha hecho: a su entender, hay grandes grupos de comunicación que se la tienen jurada al Ejecutivo de progreso y que no dudarán en continuar difundiendo bulos y en crispar a la población con tal de llevar a la ultraderecha a La Moncloa.

Parecería que la aspiración del todavía presidente del Gobierno es mimetizarse cada vez más con Podemos para aglutinar a su alrededor todo el voto del espectro de la izquierda: y todo ello, claro, sin crispar ni mentir de ningún modo. Porque por definición sólo miente y sólo crispa la derecha, desde ahora rebautizada como derecha extrema, por el mero hecho de existir.

Para eso nos pide Sánchez el voto: para restañar las heridas abiertas entre los españoles y mantenernos en la concordia social que ha reinado en España durante los últimos años. ¿O no es exactamente eso lo que ha sucedido? ¿O tal vez sólo se trate de la enésima cruzada electoral contra el espantajo de la extrema derecha y ahora también de la derecha extrema? Todo sin crispar, evidentemente.