Papel
Al servicio de los españoles
El 2 de junio de 2014, Juan Carlos I anunció su abdicación después de 39 años al frente de la Corona de España. La noticia, aunque era un supuesto previsto en nuestro ordenamiento jurídico, tuvo un gran impacto en la sociedad española porque suponía el relevo de uno de los grandes protagonistas de la Transición política y la llegada a la jefatura del Estado de su hijo, el Príncipe de Asturias. Lo que en un principio parecía un proceso lleno de incógnitas, fue sin embargo un cambio que se produjo con absoluta normalidad, según preveía la Constitución. El 19 de junio de 2014 le sucedió su hijo, Don Felipe, una vez aprobada la Ley Orgánica 3/2014, de 18 de junio, tal y como establece el artículo 57.5 del texto constitucional. Realizado el traspaso de funciones, Felipe VI ha asumido la máxima representación del Estado para la que llevaba años formándose y consciente de que es el primer Monarca plenamente constitucional de nuestra historia. En este año de mandato ha quedado claro que conecta el sentir y ambiciones de un país avanzado y dispuesto a resolver sus problemas con diálogo y respeto por las ideas de los demás. Los españoles siempre han considerado a la Monarquía constitucional como un factor de modernización. Según un sondeo de NC Report para LA RAZÓN, el 60,2% de los encuestados cree que la monarquía es la forma de Estado más apropiada para España y un 74,8% valora de forma positiva el primer año de reinado del Felipe VI. Sin embargo, las exigencias marcadas por Don Felipe obligan a que sea una institución ejemplar, transparente y dotada de un presupuesto acorde con la situación económica de nuestro país. En este sentido, el gasto de la Casa Real se ha reducido un 12,6% –aunque el de 2015 es el primer año desde 2011 que no disminuye–, situándose en los 7,77 millones de euros. Pero conviene no entrar en debates demagógicos, sobre todo porque intencionadamente se oculta un hecho relevante: el presupuesto de la Casa Real está muy por debajo de otras jefaturas de Estado europeas, como la británica (43), la holandesa (40) o las repúblicas italiana (228), francesa (113), alemana (20) o portuguesa (16). La dignidad de la Corona debe contar con un presupuesto realista y ajustado a su alto papel de representación. En su discurso de proclamación, Felipe VI abogó por «una Corona íntegra, honesta y transparente» y anunció una «Monarquía renovada para un tiempo nuevo», una declaración de principios que está dando forma a su reinado y que supone un compromiso sincero con las ambiciones de la sociedad española. Durante este año, la institución monárquica ha tenido que afrontar grandes retos: la salida de la crisis más fortalecidos, el desarrollo de un modelo de país integrador donde los intereses comunes primen sobre los particularismos y ser un ejemplo de transparencia al servicio de los españoles.
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