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Amenaza inútil si no hay voluntad de cumplir

La Razón
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El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se ha servido de un tono que podría parecer amenazante para advertir a los ciudadanos británicos de las consecuencias de un voto favorable al Brexit. Sin duda, la intención del político luxemburgués es tratar de favorecer la permanencia del Reino Unido en la UE, pero decir «fuera es fuera» y «no habrá renegociación» no oculta el resquemor de quien hace menos de un año se vio obligado a transigir con las demandas de Londres sobre un trato diferenciado a los trabajadores europeos en Reino Unido. El problema es que, en el caso de que triunfen mañana los euroescépticos, la Unión Europea tendrá que negociar el tipo de relación que quiere mantener con un país que, entre otras cuestiones, es uno de los mejores clientes de Alemania y España, mantiene inversiones cruzadas con media Europa y es uno de los mayores emisores de turistas hacia los países mediterráneos y, por supuesto, Portugal. Es decir, que las posiciones maximalistas del presidente de la Comisión Europea corren el riesgo de quedar derrotadas ante el evidente interés común de contar con el mercado británico abierto. En lugar de amenazar, mejor se haría en prepararse para una larga y compleja negociación con los ingleses.