Bruselas

Bajar los impuestos ya es posible

Gracias a la evolución positiva de su economía, España puede permitirse un lujo reservado a muy pocas naciones en época de crisis: bajar los impuestos. Así lo anunció ayer el ministro de Hacienda, quien vino a confirmar la información publicada por LA RAZÓN el pasado 1 de marzo. En efecto, nuestro país puede presumir hoy de ser el segundo de la zona euro, después de Alemania, con mayor crecimiento del PIB (0,4%) en el primer trimestre del año y de contribuir de manera decisiva a que la economía europea mantenga el tipo. Lo que no puede decirse ni de Francia ni de Italia, gobernadas ambas por la izquierda, cuyas tasas de crecimiento registran un 0% y un -0,1%, respectivamente. No es casual que la imagen de España en el exterior haya dado un vuelco radical, lo que está permitiendo una financiación pública y privada en óptimas condiciones, una mayor capacidad exportadora y un aumento de la inversión extranjera. Pero también de puertas adentro empiezan a palparse los primeros beneficios de la recuperación. Entre ellos, la posibilidad de una rebaja tributaria. Al poco de llegar al Gobierno, Mariano Rajoy se vio en la tesitura de subir los impuestos, en contra de sus convicciones y promesas, para hacer frente a la catastrófica situación de las arcas públicas. Si no hubiera elevado la presión fiscal, España no habría cumplido su compromiso de déficit, lo que la habría abocado al temible rescate. No obstante, el presidente prometió que, una vez estabilizada la economía, haría honor a su palabra dada al electorado y bajaría los impuestos de manera progresiva y en mayor proporción de lo subido. Cristóbal Montoro declaró ayer que ya se está en condiciones de hacerlo y que el 1de enero de 2015 entrará en vigor una primera fase. El avance que ofreció nos parece plausible. En primer lugar, es acertado reducir los tramos del IRPF de siete a cinco y también lo es que la rebaja beneficie más a los contribuyentes con cargas familiares y a las clases medias y bajas, de forma que favorezca el aumento de la renta disponible y el consumo de los hogares. En esta misma línea, es relevante la mejora de la fiscalidad del ahorro, actualmente penalizado en exceso, como estimulante de la inversión. Otro de los pilares de la reforma es el impuesto de sociedades, que Montoro quiere bajar del actual 30% y aproximarlo al tipo efectivo, que se sitúa entre el 20% y el 25%. Esta será una de las medidas que más influya en la creación de empleo, por lo que el Gobierno haría bien en ser audaz. En cuanto al IVA y su controvertida subida, Montoro no reveló ayer nada que no haya dicho reiteradamente: que no subirá el tipo general y sólo retocará el de algunos productos por indicación de Bruselas. La nueva música fiscal suena bien y es de esperar que la letra no desentone y esté en armonía.