Campaña electoral

C’s, la regeneración de los otros

La Razón
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El lema con el que Ciudadanos irrumpió en la política nacional fue el de «regeneración», concepto que ha calado hondo pero del que se olvida, o se desconoce, lo fundamental: que una verdadera regeneración debería ser un movimiento eminentemente reformista que buscase sanear las estructuras sociales, políticas y económicas. Es decir, no sólo se trataría de liquidar lo viejo, sino de abrir espacio político y legislativo para lo nuevo. El partido naranja creyó que bastaba con anunciar la voluntad de acabar con las «dos Españas». El proceso de investidura de la fracasada XI Legislatura dejó claro que la propuesta de Ciudadanos sufría de indefinición ideológica: en un principio, apostó por la «gran coalición» que propuso Mariano Rajoy, aunque sin concretar nada, y después acabó participando en el pacto con el PSOE. Esta decisión no fue un paso meramente táctico, sino que definió una estrategia a largo plazo que delata una visión del regeneracionismo demasiado estrecha y limitada a sus adversarios. La experiencia acumulada en los últimos años en ayuntamientos y comunidades han hecho de Ciudadanos un partido a la medida de Albert Rivera: adaptable a izquierda y derecha, lo que no quiere decir que esas coordenadas sean las del centro. El último capítulo es la renovación de las listas electorales para los comicios del próximo 26-J, donde ha aplicado la doctrina que tanto detesta: nombrar a los candidatos sin pasar por primarias. Por lo que se ve, la regeneración sólo se aplica a los otros. «Nosotros no le vamos a hacer las primarias al PP, no las tiene», dijo Rivera tiempo atrás. Si Ciudadanos había estipulado que los cinco primeros puestos de cada lista debían ser elegidos por la militancia, ahora ha optado por una fórmula que sólo responde a los intereses del partido. El acto que tendrá lugar hoy en Barcelona para aprobar la lista de candidatos a diputados y senadores es meramente electoral. El argumento de este partido es que las primarias ya se celebraron el pasado mes de junio y no pueden ser revocadas. Este razonamiento sólo puede entenderse si lo concretamos en el último fichaje para encabezar la lista por Cantabria, el cómico televisivo Félix Álvarez «Felisuco». Nadie pone en duda su valía profesional, ni es lo que hay que juzgar cuando sólo deben aplicarse criterios políticos, pero si los recursos de Rivera se limitan a recurrir a personajes más o menos mediáticos, entramos en una dinámica que tiene poco de regeneradora y demuestra tics de cierta «antipolítica», la que contrapone la «gente» –un actor, en este caso– a una «vieja política» que tiene secuestrado a un país sumido en una corrupción sin fondo. Inevitablemente, esto recuerda al Movimiento 5 Estrellas. El nombramiento de Toni Cantó como número uno en la lista por Valencia, después de haber concurrido en el segundo puesto en diciembre, persevera en la idea tan posmoderna de dar una imagen de levedad política que, equivocadamente, cree que es lo que necesita una política de centro reformista. La sociedad española pide claridad en las políticas y quiere saber a dónde nos pueden conducir. El lamento regeneracionista es un eco que proceden de otras épocas y no sirve para nada. Comprendemos que el objetivo de Ciudadanos sea conservar sus actuales 40 diputados, pero hay que comprometerse con las políticas que realmente pueden ayudar a salir de la crisis. Entretenernos en hablar de la «crisis de España» es regeneracionismo, sí pero del siglo XIX.