Constitución
Constitución y reforma
La gran mayoría de los españoles (el 76,9%, de acuerdo al sondeo de NC Report que hoy publica LA RAZÓN) considera que la actual Constitución es la historia de un éxito y cree que los políticos que la redactaron, los «padres constituyentes», deberían ser un ejemplo a seguir para los dirigentes de hoy. También una mayoría (el 58,2%) opina que es preciso introducir cambios en la Carta Magna, si bien no hay un acuerdo general, ni siquiera básico, sobre qué aspecto del texto constitucional requiere una reforma urgente. No cabe duda de que esta percepción ciudadana viene muy condicionada por la coyuntura que atraviesa la nación, puesto que son la Justicia (25,9%), el modelo territorial del Estado (19,2%) y los derechos sociales (18,9%) los asuntos que los encuestados consideran que se deberían reformar. Sin embargo, actuar por razones coyunturales, cuando se trata de modificar una norma suprema, es la peor manera de afrontar las cosas. En este sentido, no podemos estar más de acuerdo con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien, durante los actos de conmemoración celebrados ayer en el Senado, expresó su convencimiento de que la Constitución está plenamente vigente, marca con claridad las reglas de juego y que sólo se justificaría abordar su reforma si se plantean objetivos claros, con un máximo consenso y en el momento oportuno. Tres circunstancias que en la coyuntura actual no se dan. Pero es que, además, ni los problemas actuales de España son nuevos ni vienen condicionados por la Constitución. Con una dificultad añadida: que el principal partido de la oposición, cuyo concurso es imprescindible si se quiere mantener el espíritu de consenso que inspiró la redacción de la Carta Magna, atraviesa una profunda crisis de liderazgo e identidad, en la que ni siquiera hay acuerdo sobre el modelo de Estado que propugnan. Por supuesto, no queremos decir que la Constitución sea intocable o inamovible, ya que es perfectible como toda obra humana y tiene mucho margen para su desarrollo. Sin ir más lejos, ya se ha retocado dos veces, la última el año pasado para incluir el compromiso de estabilidad presupuestaria. Pero sí creemos que hay que extremar los cuidados cuando se habla de su reforma. Una cosa es el debate académico y otra, el exquisito cuidado con el que debe abordarse una empresa de tal magnitud. Las grandes leyes normativas, las que constituyen la institucionalidad de las viejas naciones, están hechas para servir de guía por encima de las vicisitudes políticas temporales y aun de las generaciones. Y esto reza igual para nuestra Carta Magna, que ya ha cumplido 34 años, cierto, pero que se redactó con la firme convicción de que se hiciera más que centenaria, garantizando el progreso y la libertad de España.
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