Adif

Decisión discutible y confusa

Cuando está a punto de cumplirse un mes de la tragedia ferroviaria de Santiago, el juez que lleva el caso ha acordado imputar a los responsables de seguridad de Adif en el tramo entre Orense y Santiago en un auto emitido ayer, en el que recoge un duro reproche a las condiciones de la vía en la curva de A Grandeira. Por supuesto, el juez está obligado a recoger todos y cada uno de los elementos materiales y testificales necesarios para esclarecer un siniestro que costó la vida a 79 personas. El respeto por una instrucción hasta ahora profesional debe ser máximo. Otra cuestión es que podamos compartir o disentir, en mayor o menor grado, de algunas de sus aseveraciones provisionales. Pese a que insiste en que la causa «esencial» del descarrilamiento del tren Alvia fue «la indebida conducción» del maquinista Francisco José Garzón, el juez Aláez pone el foco de sus recriminaciones en los sistemas de prevención y salvarguarda presentes en el tramo y señala al empleado o empleados de Adif como responsables de «infracciones penales graves»: «Ha existido una omisión de cautelas elementales para quienes tienen la misión de garantizar la seguridad de la circulación ferroviaria en dicha línea», lo que es «constitutivo de una imprudencia punible». La resolución judicial apunta que la curva en cuestión es «sumamente comprometida para la circulación», que, no obstante, toda la responsabilidad recae sobre el maquinista cuando debería ser «previsible» un «error» o «un despiste», que los sistemas de seguridad Asfa y «Hombre muerto» «no sirven para prevenir una conducción desatenta» y que la señalización presente no «puede ser considerada medida de seguridad adecuada para evitar el riesgo de descarrilamiento derivado de la configuración de la vía». El juez realiza un análisis discutible y dudoso, que establece conclusiones apresuradas, hasta inferirse de sus apreciaciones que Adif es responsable de no garantizar una seguridad absoluta porque la curva de A Grandeira es propicia a un siniestro de gran magnitud. Resulta sorprendente que no tenga en cuenta, por ejemplo, que el sistema de señalización Asfa está presente en la práctica totalidad de la red convencional española y en la mayor parte de la europea, que más de 7.000 trenes recorrieron el tramo sin incidentes o que la controvertida curva no fue objeto de ninguna de las 300 alegaciones que recibió el proyecto de acceso ferroviario a Santiago, como tampoco se recogió queja ni incidencia alguna desde su entrada en funcionamiento. Una imprudencia o una negligencia individual no puede poner en cuestión una red ferroviaria envidiable que, además, el Gobierno se ha comprometido a mejorar de forma permanente. El juez debe avanzar en la instrucción con independencia y sin injerencias, pero también con rigor y sin gestos a la galería.