Refugiados

Demasiados fallos en la seguridad europea

La Razón
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El atentado de Berlín y, sobre todo, el hecho de que el terrorista consiguiera pasar dos fronteras sin ser detectado ha dado argumentos a los adversarios de la UE, como la francesa Marine Le Pen, para reclamar el fin del acuerdo Schengen, que garantiza la libre circulación de personas y mercancías entre los países firmantes. Sin embargo, a tenor de las investigaciones, no parece que la libertad de tránsito sea el problema, sino que éste se encuentra a caballo entre la incapacidad de los gobiernos europeos para hacer cumplir las leyes y reglamentos que regulan la inmigración y la falta de una colaboración eficaz entre las distintas policías nacionales. El hecho de que el asesino de Berlín pudiera residir en Alemania en situación de limbo administrativo –pesaba sobre él una orden de expulsión que no se ejecutó– tras haber sido condenado en Italia, por delitos comunes, a cuatro años de prisión y tener reclamada su expulsión a Túnez, da cuenta, sí, de ineficacia y descoordinación policial, pero, lo que es más grave, de la falta de voluntad política de los gobiernos concernidos para hacer cumplir las leyes. No se trata de destruir Schengen, sino de aplicar de una vez por todas los acuerdos antiterroristas firmados en el seno de la UE y, sobre todo, de articular procedimientos eficaces de control migratrorio.