España

Dos años de remontada

El próximo miércoles se cumplirán dos años de la arrolladora victoria de Mariano Rajoy en las urnas. El resultado electoral reflejó con exactitud la íntima convicción ciudadana de que el país necesitaba un cambio de rumbo ante una situación económica y social que se perfilaba con los tintes más oscuros. Nadie podrá alegar que el flamante vencedor no fuera consciente del reto que le aguardaba. En su primera intervención, ya como presidente del Gobierno electo, aunque todavía no ejerciente, Rajoy advirtió de que iba a gobernar la situación más delicada de las últimas décadas. Y así ha sido. El nuevo Ejecutivo popular se encontró con un panorama mucho peor del que dibujaban las cuentas del Gobierno saliente y con una perspectiva de la situación financiera internacional absolutamente adversa. La credibilidad de España rozaba el mínimo. El golpe de timón, que obligó a posponer las principales líneas de su programa electoral era, pues, obligado. Fueron decisiones difíciles, puesto que afectaban directamente a amplios sectores de la población pero que, dos años después, se han revelado eficaces. El deterioro económico, en medio de la desconfianza general de los mercados, llegó a su máximo en el verano de 2012. En julio, la prima de riesgo alcanzaba los 638 puntos básicos y los intereses del bono a diez años se alzaban a un catastrófico 7,622 por ciento. Ese mismo mes, en plena huida de la inversión, la Bolsa de Madrid perdía la cota de los 6.000 puntos. La desconfianza en la capacidad de los españoles para reconducir por sí mismos la situación llegó a su máxima expresión y la palabra «rescate» se escuchaba en todas las cancillerías. Pero si la historia futura debe agradecerle algo a Mariano Rajoy será, sin duda, que supo transmitir confianza en medio de una tormenta perfecta, y que consiguió hacer llegar a los socios de la Unión Europea la certeza de que el euro se salvaba con España o se hundía con ella. Conviene recordarlo porque explica muchas cosas de la personalidad política, incluso humana, del presidente del Gobierno. Sin alardes dialécticos, sin ceder a la demagogia, con la convicción de que se podía hacer, Mariano Rajoy ha venido cumpliendo sus objetivos: se marcó como principal reto estabilizar la economía, y la economía está estabilizada: la Bolsa pelea por el nivel de los 10.000 puntos, el bono a 10 años ronda el 4 por ciento y la prima de riesgo ha dejado de ser noticia. Se propuso no caer en la espiral de crispación azuzada por la izquierda y los nacionalistas catalanes, y lo ha conseguido. Ha contado con una mayoría social, en exceso silenciosa, que comprendió la magnitud del riesgo al que se enfrentaba España. Por eso, pasado el ecuador de la legislatura, es de justicia reconocer que España está empezando a remontar, aunque todavía quede mucho trecho que recorrer.