Barómetro del CIS
El CIS, máquina de propaganda
No presenta una gran dificultad desentrañar la trampa estadística que emplea el CIS, ahora bajo la dirección del veterano militante socialista José Felix Tezanos, para catapultar al PSOE en la intención de voto para las próximas elecciones generales. De hecho, LA RAZÓN publica hoy un completo informe sobre el asunto del que podemos destacar su principal conclusión: que la muestra de campo contiene una sobrerrepresentación de simpatizantes socialistas del 60,4 por ciento, mientras se reducen artificiosamente los entrevistados cuyo recuerdo de voto les señala como próximos a PP, Podemos o Ciudadanos. Si, además, le añadimos una desviación del 21,7 por ciento sobre el voto válido emitido en las últimas elecciones de 2016, tenemos los ingredientes básicos para elaborar este auténtico soufflé demoscópico, que contradice los resultados de las principales empresas de estudios de opinión pública que operan en España, de reconocido prestigio internacional. Aunque, dadas las circunstancias, lo de menos es la fecha en que se produjeron las entrevistas del sondeo, sí conviene señalar que la muestra se obtuvo cuando aún no se conocía que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, iba a perder la votación de los Presupuestos y, en consecuencia, se vería impelido a anunciar el adelanto electoral, lo que condiciona también las respuestas. Con otro director del CIS que no fuera un ferviente militante, lo lógico hubiera sido complementar el trabajo de campo, puesto que no es lo mismo sondear a los ciudadanos bajo una mera hipótesis que cuando ya se conoce la fecha de la cita con las urnas. Y más, teniendo en cuenta que cada encuesta sale al erario público en 285.000 euros. Pero Tezanos, que, por supuesto, tira con pólvora del rey, parece dispuesto a mantener su decisión de hacer público un sondeo electoral cada mes, a la mayor gloria, por lo que estamos viendo, del candidato socialista. Pero si, como señalábamos al principio, es fácil descubrir la trampa, tampoco conlleva problema alguno desvelar el propósito de la manipulación. Aunque no podamos afirmarlo con rotundidad, Tezanos, sociólogo de larga trayectoria profesional, está empleando una de las técnicas de marketing más comunes y eficaces, que consiste en proyectar la idea de un caballo ganador, imbatible, que concite la adhesión de aquellos indecisos que se dejan seducir por la orla del triunfador y que no quieren verse asociados a la imagen de la derrota. Así, con constancia digna de mejor causa, el CIS no sólo mantiene, mes tras mes, al PSOE en cabeza de las expectativas electorales, sino que incrementa paulatinamente la supuesta brecha con el partido que la va a la zaga, en este caso el PP, sin importarle que la muestra no sea representativa de la sociedad española y se base en datos erróneos. No conviene despreciar los efectos que pueden tener en el cuerpo electoral estas técnicas de persuasión que operan sobre una realidad fabricada, por mucho que en la mayoría de los sectores sociales se reciban los datos del actual CIS con indisimulada sorna. Es lluvia fina, que cala en la percepción que tiene el votante aislado del aprecio o rechazo de los demás a la trayectoria política del candidato favorecido y que busca la interiorización de este tipo de mensajes: «no lo estará haciendo tan mal como yo pensaba cuando tantos están dispuesto a votarle». Que toda esta maniobra se lleve a cabo desde una empresa pública, convertida en una máquina de propaganda socialista, es grave, pero no más que la utilización de los medios del Estado, del BOE y del Consejo de Ministros, que deviene cada viernes en una caja de resonancia mitinesca, a la que nos tiene acostumbrados el actual presidente del Gobierno de España.
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