Violencia de género
El machismo ataca a los menores
Una mujer de nacionalidad alemana de 35 años fue asesinada ayer a manos de su ex pareja en el municipio castellonense de Vinaròs. Katharina cayó víctima de un disparo en la puerta de su casa, su segunda residencia y a donde se habría trasladado huyendo de su verdugo. Esta terrible noticia se conoció poco antes de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pronunciara en el Palacio de La Moncloa un discurso para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se celebra hoy. La joven alemana es la asesinada número 45 en lo que va de año.
Las palabras de Rajoy, que se refirió a una realidad «durísima» en la que «pese a los avances legales, las mujeres siguen siendo asesinadas», son certeras. Es verdad que hemos avanzado y es verdad que queda muchísimo camino por recorrer. Desde 2003, un total de 917 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas y 23 niños han muerto por la misma causa. Y solo en lo que va de año ocho menores han perdido la vida en casos que se engloban en ataques machistas, con lo que se confirma una terrible tendencia: los agresores matan a los hijos para castigar a sus madres. Pero nuestro país no es un caso aislado. El acoso, el abuso físico o sexual contra las mujeres o las niñas por el mero hecho de serlo es una pandemia mundial. Basta con echar un vistazo diario a la Prensa internacional, sobre todo en los últimos tiempos, para entender que la condición femenina está desprotegida en muchos sentidos y en infinidad de países. Según estimaciones de varios organismos internacionales, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos el 35 por ciento de la población femenina planetaria será objeto de algún tipo de violencia a lo largo de su vida. La gran mayoría de parte de sus parejas o ex parejas.
Hace solo un año, todos nos congratulábamos después que el Congreso aprobara por una unanimidad sin precedentes la puesta en marcha de un Pacto de Estado contra la Violencia de Género. No hay duda de que fue un buen arranque, pero el desarrollo y la implementación de las más de 200 medidas planteadas se está haciendo esperar y lo último que nos sobra es tiempo. Las 55.000 mujeres que en este preciso instante son susceptibles de pasar a engrosar la lista de víctimas no pueden esperar. Cada uno de estos casos activos merece toda nuestra atención, toda la vigilancia y la anticipación de que seamos capaces. No cabe duda de que un país que no defiende y protege a los colectivos más amenazados está fallando en su principal objetivo, en su razón de ser. Cualquier esfuerzo es poco para atacar esta lacra desde tres frentes: legal, educativo y social. Las campañas de concienciación siguen siendo imprescindibles para que convirtamos esta batalla en una lucha de todos. Aún es bajísimo el porcentaje de denuncias que llegan del entorno familiar; solo el 1,16 por ciento. También hay que tomarse muy en serio los planes educativos para que incluyan formación en igualdad, que es el verdadero antídoto contra la violencia. Las últimas encuestas entre los más jóvenes demuestran claramente que el machismo no es, ni mucho menos, cosa del pasado. Desde el punto de vista jurídico, hemos de avanzar en la consideración de los huérfanos como víctimas de género con una ley integral para reforzar la protección de los menores. Desde enero se han quedado sin madre un total de 23 niños, una cifra que asciende al medio millar desde 2003. Así las cosas, cada año hay más denuncias y se dictan un mayor número de órdenes de protección. Ocho de cada diez mujeres logran salir de este infierno. Sigamos por este camino hasta que no tengamos que hablar de ello.
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