El desafío independentista
El mercado no se traga el delirio separatista
La bolsa española recuperó la pasada semana casi 60.000 millones de capitalización en apenas tres días, justo después de que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, dejara en suspenso la independencia de Cataluña. Esa calma se dejó sentir en el mercado de deuda, con el bono español a diez años y la prima de riesgo en niveles anteriores al referéndum ilegal del 1 de octubre. Lo que supuso un varapalo para los ánimos independentistas, los inversores lo tradujeron a su lenguaje y activaron los mecanismos de descompresión del mercado. Ese punto de inflexión fue evidente en la deuda catalana, que había sufrido las enormes tensiones del escenario provocado por el golpe separatista. El bono catalán superó sus máximos de más de un año en esos primeros días de mes. Con el paso de las jornadas, y especialmente con el tiempo muerto pedido por Puigdemont, la prima de riesgo autonómica comenzó a relajarse desde los tremendos 481 puntos alcanzados el 4 de octubre. El pulso de los mercados ha recogido la zozobra y las oscilaciones de un momento político marcado por la incertidumbre y la inseguridad, pero la lectura final después de unos cuantos días sumidos en el ojo del huracán es que los inversores dan por descontado que Cataluña no podrá alcanzar la independencia y que mantendrá su actual estatus como parte integrante de España y de la Unión Europea. Obviamente, esa apuesta por el marco jurídico constitucional no nos inmuniza completamente ante futuros desmanes de los gobernantes irresponsables de Cataluña.
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