Andalucía
El PSOE, ante la corrupción
La encuesta que hoy publica LA RAZÓN nos dice que la inmensa mayoría de los españoles, el 97 por ciento, es decir nueve de cada diez, apoya un gran pacto de Estado entre todos los partidos políticos para erradicar de una vez por todas la lacra de la corrupción. No existen, por lo tanto, diferencias ideológicas ni partidarias a la hora de enfrentar un problema que se percibe como grave por la ciudadanía y que irrita especialmente en estos momentos de crisis y esfuerzo fiscal. Por ello, si el clamor en demanda de unidad y colaboración es innegable, en un movimiento social de carácter transversal, no se entiende que la actitud del PSOE no haya cambiado lo más mínimo a la hora de hacer frente al problema. Una vez más, la denuncia de un supuesto caso de corrupción en el partido adversario, que, para más inri, está en manos de la Justicia y ha supuesto para el presunto infractor el alejamiento del partido y la renuncia al acta de senador, es objeto de una utilización torticera y oportunista, que raya en la indignidad cuando se trata de vincular a las políticas de ajuste fiscal y reforma de la Administración que de manera inevitable ha habido que poner en marcha para afrontar una deuda pública gigantesca, legado del Gobierno de los que ahora protestan con mayor énfasis. Esto es más grave aún si tenemos en cuenta que los responsables socialistas saben que el Partido Popular está llevando a cabo desde hace años una profunda regeneración interna, con sus inevitables costes políticos. Sabe la oposición, o debería saberlo, que con su actitud mezquina no hace otra cosa que favorecer a los chantajistas que, pillados con las manos en la masa, procuran por todos los medios extender la desalentadora convicción entre los ciudadanos de que todos los políticos son iguales, buscando una indeseable impunidad. No es cierto, y no nos cansaremos de repetirlo: la política española tendrá muchas carencias pero no es ninguna ciénaga. Muy al contrario, la inmensa mayoría de sus servidores, que se encuentran entre los que menos ganan de Europa, mantienen unas conductas públicas impecables. Sonroja, también, que las acusaciones partidistas y la manipulación sectaria, esa que da carta de veracidad notarial a simples sospechas cuando no puras insidias, provengan de un partido, el PSOE, que tiene el dudoso honor de ser el único en España condenado en firme por el Tribunal Supremo por financiación ilegal –el «caso Filesa»– y que ha sido protagonista de corruptelas tan notables como el «caso AVE», los fondos reservados o el «caso Roldán», todos sentenciados, a los que hay que sumar los procesos ahora en marcha: el «caso Campeón», que salpica a un ex ministro; los ERE de Andalucía, o las comisiones en la alcaldía de Sabadell. El problema es que el PSOE todavía no ha hecho la catarsis a la que está obligado. Sin ella, será imposible abordar el pacto de Estado que exige la población.
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