Crisis del PSOE
El PSOE debe impedir un pacto de Sánchez con los nacionalistas
Como adelantó LA RAZÓN el pasado lunes, la dirección federal del PSOE ha decidido proponer a las distintas federaciones del partido el aplazamiento del congreso que debía elegir al nuevo secretario general y que se había fijado para los días 21 y 22 de mayo. Los portavoces de la dirección socialista afirman que, de esta manera, se priman los tiempos de España sobre los del partido, pero mucho nos tememos que son «los tiempos» de su actual secretario general, Pedro Sánchez, los que de verdad importan en la toma de decisiones de Ferraz. El asunto no rebasaría el ámbito de la política interna del PSOE si no fuera porque la actual debilidad del líder socialista, ampliamente contestado en el seno de su partido, puede ser aprovechada por la izquierda radical y los nacionalistas para forzar un acuerdo de Gobierno de graves consecuencias para la estabilidad del país y su proceso de recuperación económica, que ya está comenzando a dar las primeras señales de alarma. Se trata, además, de una apreciación compartida por su actual socio, Albert Rivera, que ayer mismo tuvo que salir al paso de la propuesta de referéndum «a la canadiense» del secretario de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, advirtiendo de que no hay otro proyecto posible con Ciudadanos que lo pactado en el acuerdo firmado con el PSOE que, desde luego, excluye cualquier referencia al derecho a decidir, sea cual sea la fórmula bajo la que se disfrace la pretensión separatista. Aunque el aplazamiento del congreso debe ser aprobado por el Comité Federal, que es en estos momentos el máximo órgano del partido, el calendario juega a favor de Pedro Sánchez y de su equipo, dificultando que se pueda articular una reacción eficaz de las federaciones críticas, que debería encabezar la más fuerte de todas, la andaluza, con su secretaria regional, Susana Díaz, como rival directa a las primarias. Pero, como hemos señalado, el primer problema se encuentra en que las candidaturas a dirigir la Secretaría General del PSOE deberían presentarse a mediados de abril –el día 14 ó 15 del mes próximo–, tiempo en el que Pedro Sánchez todavía podría estar negociando un acuerdo «in extremis» con Podemos. A efectos prácticos, tanto si Sánchez tiene éxito como si no habrá conseguido su principal objetivo de ganar tiempo, al menos mientras no se produzca una nueva convocatoria de elecciones generales. Aunque afrontar un cambio de candidato a última hora es una maniobra que siempre resulta de alto riesgo, no se puede descartar que Susana Díaz, que hasta ahora ha conseguido evitar el enfrentamiento directo con Sánchez, dé el paso adelante que se espera dentro y fuera del PSOE. En este sentido, si se nos permite el inciso, resulta revelador que, a la postre, sea el Partido Popular el único que no padece disensiones internas dignas de mención y el que mantiene la confianza en la figura de su actual líder, pese a la sostenida campaña contra Mariano Rajoy de unos adversarios políticos, a los que el «impasse» postelectoral está pasando factura. Ni que decir tiene que, en estas circunstancias de división de la familia socialista, el Comité Federal debe mantener alta la guardia para hacer que se cumpla su resolución del 28 de diciembre de 2015, por la que se prohíbe negociar con los nacionalistas. Una cosa es que los barones del PSOE no quieran presionar en exceso a su secretario general para que no se entregue a Podemos a cualquier precio y otra, comprometer el futuro del partido.
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