Crisis económica

Empuje exportador y turístico

El déficit comercial se redujo en un 68,8% en el primer semestre del año gracias al tirón de las exportaciones –que sumaron 118.722 millones de euros–, lo que supone el mejor dato en 42 años y desde que se empezó a elaborar la serie histórica. Ayer, el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, al dar cuenta de los resultados, quiso resaltar el hecho de que no nos hallamos ante un fenómeno general en la economía europea, sino ante un caso específicamente español del que se deben extraer las lecciones pertinentes. La primera, y más significativa, es que el éxito de nuestro comercio exterior no se debe exclusivamente a la reducción de los costes de producción o a un cambio en la política monetaria de la eurozona. Gran Bretaña, que ha registrado también un ajuste de salarios y ha devaluado la libra en un 30%, sólo ha incrementado sus exportaciones en un 3% en lo que va de 2013, frente al 8% español. No. Junto con la mejora de la productividad, que es un hecho innegable, la radiografía de las empresas exportadoras revela la incorporación a los mercados exteriores de varios millares de firmas que, hasta ahora, se habían limitado a operar en el mercado doméstico, pero que han podido expandirse gracias a productos con mayor valor añadido y alta tecnología. Así, el sector de bienes de equipo –aeronaves, motores, maquinaria industrial y aparatos de precisión– ha crecido a una tasa del 18,7%, hasta convertirse en el protagonista del 21,2% del total de bienes y servicios vendidos al exterior. Asimismo, han tenido crecimientos sostenidos los sectores más tradicionales, como el agroalimentario, farmacéutico, y automovilístico, que conforman la base exportadora. El otro factor diferencial se encuentra en la capacidad de nuestras empresas para explorar y abrir nuevos mercados en países no comunitarios, especialmente en Asia, África e Iberoamérica, con crecimientos superiores al 10%. La conclusión no puede ser más evidente: el tejido empresarial español, ante la presión de la crisis, ha sabido reaccionar, aprovechando las posibilidades a su alcance, incluidas, por mucho que algunos pretendan ocultarlo, las surgidas por el nuevo marco socioeconómico impulsado por las reformas del Gobierno de Mariano Rajoy. El resultado es muy esperanzador para el futuro del empleo, puesto que la fuerza laboral ya no dependerá casi en su totalidad de los vaivenes del mercado interior y tendrá, en consecuencia, mayor nivel de formación profesional. En este contexto, hay que subrayar el magnífico comportamiento de la industria turística, que ha obtenido un nuevo récord histórico, con 34 millones de visitantes extranjeros hasta el mes de julio. Gracias, entre otras medidas, a la cautela fiscal con la que el Gobierno ha tratado al sector. Todo ello sumado da muestra de una economía que se asoma al crecimiento.