Estados Unidos

Excelente balance

La visita de Mariano Rajoy a Washington era estratégica por variadas razones, pero sobre todo porque se trataba de recuperar la especial sintonía que durante décadas mantuvieron España y Estados Unidos y que se tradujo en una alianza sólida de la que ambos países se beneficiaron. Los errores de la Administración socialista quebraron ese estado de confianza y, con él, se resquebrajaron vínculos que parecían irrompibles y cuyas consecuencias resultaron especialmente gravosas para el eslabón más frágil, en este caso nuestro país. En este sentido, la visita del presidente Rajoy a la primera potencia del mundo ha cubierto con creces los objetivos previstos, el más trascendente, el fortalecimiento de esos lazos históricos. Se ha recobrado el singular entendimiento que es clave para desarrollar después prósperas relaciones en lo político y en lo económico. Con ese propósito cumplido, el viaje oficial del presidente sólo puede catalogarse como un éxito, y ésa es también la sensación extendida entre la delegación española. El cara a cara entre Mariano Rajoy y Barack Obama fue singularmente cercano, cordial y fructífero, propio de dos mandatarios aliados dispuestos a colaborar intensamente en defensa de intereses comunes en distintos ámbitos y escenarios. El reconocimiento del presidente americano al liderazgo de Rajoy, a sus políticas reformistas y a la recuperación propiciada por un rumbo económico atinado resultó una inmejorable contribución a la imagen de nuestro país y a su credibilidad internacional que, sin duda, no pasó inadvertida para los mercados, y que resultó refrendada por la directora gerente del FMI, Christine Lagarde. La cita de Rajoy con los inversores estadounidenses y los encuentros de los empresarios con los asesores económicos de Obama sirvieron para concretar la solvencia de los progresos económicos de un país que hace poco más de dos años parecía condenado al rescate y que en 2014, como adelantó ayer el presidente, será capaz de crear empleo neto. España es visible de nuevo en el concierto internacional, gana peso paulatinamente y está en condiciones de ser una prioridad económica para la primera potencia del mundo. La especial sintonía entre ambas administraciones redundará en ese clima propicio para inversiones y negocios, en el que el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea debería jugar un papel determinante para dinamizar y optimizar esa estratégica vinculación. Mariano Rajoy ha demostrado en estos años que España es un país serio y responsable que cumple sus deberes internacionales y que no rehúye los compromisos derivados de la lealtad a sus aliados por exigentes que resulten. Washington lo sabe bien y lo valora. El vínculo atlántico ha recuperado el pulso y debemos felicitarnos de ello. Estamos donde y con quien debemos estar.