Nacionalismo
Fantasmagórica política exterior catalana
La Generalitat ha publicitado ostensiblemente la reunión que Carles Puigdemont mantuvo ayer con el responsable de Asuntos Exteriores, Raül Romeva, y los «cancilleres» de sus «embajadas» más importantes: Francia, Reino Unido, Alemania, Austria, Italia y Portugal, además de Estados Unidos. El encuentro tuvo como objetivo trazar las líneas maestras de la política exterior de Cataluña, que, como la del interior, sólo tiene un tema: promocionar el «proceso» y anunciar al mundo la separación de Cataluña sin ningún coste económico y sin abandonar la UE. La coincidencia de que esta reunión se produzca en vísperas del encuentro de Puigdemont con Mariano Rajoy no puede ser otra que adelantar el trabajo: anunciarle al presidente del Gobierno que Cataluña está desconectándose y que, por más cordialidad que supure el encuentro de mañana, la decisión ya está tomada. Todo esto, sobre el papel, porque, a pesar del ejercicio de fantasmagoría política que tuvo lugar ayer en el Palacio de la Generalitat, los partidos independentistas no alcanzan el 50% y jugar a romper un país puede tener graves consecuencias, en España y en cualquier otro Estado democrático. De Puigdemont no se esperaba ningún gesto de sensatez, pero jactarse de gastar el dinero público en aventuras independentistas puede estar situado fuera de la ley.
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