El desafío independentista
La Diada del desánimo y de la mentira
Los separatistas catalanes han convertido la Diada en una fuente de legitimidad para actuar en la vida pública en estos años. Como la respuesta ciudadana en las citas electorales estaba lejos de la Cataluña que necesitaban para no perder pie ni puesto en las instituciones, la cita del 11 de septiembre ha servido como coartada. El inconveniente es que el festejo independentista ha experimentado un declive imparable a pesar de contar con el apoyo absoluto de las administraciones secesionistas, y una maquinaria propagandística abrumadora. Con la Diada de 2016 –la de este domingo– las alarmas se han disparado porque el bajón en la inscripción para las movilizaciones se cuenta por decenas de miles de personas. Se ha tocado a rebato y han respondido con su anunciada presencia en las calles el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont –en un hecho insólito y reprobable que por sí solo le inhabilita para ser el representante institucional de todos los ciudadanos de Cataluña–, el ex presidente Artur Mas y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau –que merece idéntico reproche que Puigdemont–. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) admitió el desánimo de la gente. Y es lógico. Los independentistas han mentido y mucho en torno a un proyecto ilegal, antidemocrático y sin salida, mientras sumían a los catalanes en el desgobierno. Los frutos de tanta mendacidad y desvergüenza han sido el hastío, la frustración y la indignación, pero el problema es que las personas no les importan; lo que quieren es preservar el montaje del que viven.
✕
Accede a tu cuenta para comentar