Latinoamérica
La hora del cambio en Argentina
El viaje de Estado a España emprendido por el presidente argentino Mauricio Macri tiene una gran importancia para ambos países después del anterior período político encabezado por Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), que sumió las relaciones en una crisis cuyos efectos no han sido superados todavía. Macri fue recibido con todos los honores que el nuevo protocolo de la Casa Real ha inaugurado, pero fue en una sesión conjunta del Congreso y el Senado donde dejó claro el diagnóstico de la situación que, tras su victoria hace 14 meses, puede empezar a cambiar. «Queremos llegar a pobreza cero, porque un tercio de los argentinos aún viven en la pobreza y eso es inaceptable, acabar con el narcotráfico y unir a los argentinos», dijo el mandatario. Sin duda, la labor que tiene por delante es ingente. Este viaje tiene el significado especial de volver a entablar una relaciones que quedaron maltrechas tras la traumática expropiación de la petrolera YPF en abril de 2012 por el gobierno kirchnerista y la situación de indefensión legal en la que quedaron las empresas españolas, que, en aquel momento, constituían los primeros inversores extranjeros en el país. La mayoría de las grandes firmas españolas, líderes en energía, comunicación y construcción, además de los bancos, están presentes en Argentina, país con el que nos une algo más que vínculos comerciales, pero también más que retórica; existe un vínculo cultural y familiar que debería permitirnos emprender proyectos comunes y profundizar en los ya existentes. El objetivo ahora es el de recuperar el entendimiento mutuo que se perdió en 2012 con aquella decisión poco reflexiva y muy agresiva con los intereses españoles. La consecuencia de aquella medida fueron inmediatas, ya que Estados Unidos se convirtió en el primer inversor extranjero (24%) por delante de España (17%), pero, además, tuvo un efecto mucho más pernicioso: se habían roto las reglas del juego. Macri abogó ayer por reconstruir este marco de mutua confianza, que debe venir avalado por las reformas económicas que se ha propuesto aplicar con rigor. El crecimiento no es el esperado, pues, aunque el FMI lo situó en 2,7% para este año, la recesión en toda Latinoamérica, y de manera especial en Argentina y Brasil, le afectará. De ahí la necesidad de presentar resultados y despejar asuntos como el decreto de telecomunicaciones que afecta de manera directa a Telefónica, pues, a pesar de que hay que aceptar la libre competencia, no hay que olvidar el papel clave de la compañía española en el desarrollo de la telefonía móvil e internet en Argentina. Aclarar este polémico decreto dará la confianza que esperan los inversores españoles. España tiene ahora la misión de ser el valedor de los acuerdos entre la Unión Europea y Mercosur, estancados desde 2010, aunque su formalización se hace necesaria en el contexto abierto por Trump: estamos hablando de que la UE tiene 750 millones de consumidores, mientras que el Mercosur reúne el 80% del PIB de Suramérica y es una puerta de acceso a 250 millones de clientes. Mauricio Macri, que hoy se entrevistará con Mariano Rajoy, ha encontrado en España el apoyo que esperaba, salvando el desprecio institucional de Podemos, que está en su derecho de no aplaudir el discurso de Macri en el Congreso, pero no en utilizar un acto de Estado para dar aire a sus reivindicaciones políticas, que, para más vergüenza, fueron las del peronismo kirchnerista. Lo importante es que Argentina y España hablen el mismo lenguaje de respeto político y sólo nos permitamos las licencias eruditas de Borges cuando dijo que «El Quijote» le parecía una traducción del inglés, cuando en realidad su primera lectura del libro de Cervantes fue en la lengua de Shakespeare.
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