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La mayoría admite que el debate no ha servido para cambiar el voto
Casi un sesenta por ciento de los ciudadanos encuestados por NC Report para LA RAZÓN afirma haber seguido el debate entre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el secretario general socialista, Pedro Sánchez, cifra que sube hasta el 68,9 por ciento entre los mayores de 65 años. Es un nivel de seguimiento notablemente alto, que desmiente a quienes pretendían restar interés popular a un cara a cara del que habían quedado excluidos los representantes de los dos partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos, que, no lo olvidemos, carecen todavía de representación parlamentaria. El sondeo da la victoria al candidato popular –aunque por un margen escaso del 1,1 por ciento–. En efecto, un 34,8 por ciento de los consultados creen que venció Mariano Rajoy, frente a un 33,7 por ciento que otorga la victoria a Pedro Sánchez. Es significativo, sin embargo, que para los encuestados más jóvenes, los que están en la franja de edad de entre los 18 y 29 años, no ganó ninguno de los dos contendientes, pese a que en el resto de las cuestiones del sondeo responden mayoritariamente en favor del socialista. Esta anomalía estadística refleja, sin duda, el rechazo al tono áspero y bronco que dio a sus intervenciones Pedro Sánchez, como lo confirman las respuestas dadas a la pregunta «¿cómo valora el tono empleado por Pedro Sánchez al enfrentarse a Rajoy?», en las que el 60,9 por ciento de los encuestados considera que estuvo «regular, mal o muy mal», con un alto 55,1 por ciento entre los más jóvenes. Por asuntos tratados, Mariano Rajoy gana ampliamente al candidato socialista en los capítulos referidos al modelo territorial y al problema separatista catalán; a la posición que debe tener España en el mundo, y a la economía, el empleo y la salida de la crisis. Pierde el candidato popular en un solo capítulo: la lucha contra la corrupción política, asunto que, una vez más,se demuestra como un grave problema para las opciones electorales del PP, puesto que incide negativamente entre muchos de sus votantes tradicionales que toleran menos las corruptelas propias que las ajenas. Pese a ese flanco débil, explotado incluso en exceso por su oponente, puede decirse que el presidente del Gobierno cumplió con sus principales objetivos en un debate que, en opinión de la mayoría, es útil para ayudar a decidir el sufragio, aunque, en este caso, sólo habría hecho cambiar la intención de voto a un magro 4,7 por ciento de las personas que lo siguieron. Pero que Mariano Rajoy ganó y Pedro Sánchez perdió es, sin embargo, una certeza extendida más allá de los porcentajes entre muchos dirigentes socialistas que reprochan a su candidato la oportunidad perdida y rechazan las formas desabridas con que se dirigió al presidente del Gobierno, y muy especialmente, el insulto que ponía en duda su honradez, que sólo sirvió para enturbiar la imagen de moderación y liderazgo que debía haber trasladado a los espectadores. El rechazo a esa actitud del candidato socialista, con mucha incidencia entre los más jóvenes, como señala la encuesta, tal vez no le haya costado muchos votos, pero, desde luego, no ha ayudado al PSOE a recuperar su proyección de alternativa de la izquierda para el gobierno de España. Un error que cabría atribuir a la presión que desde la izquierda radical viene sufriendo la formación socialista y que lleva a adoptar modos y mensajes muy equivocados.
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