Elecciones

Los indecisos tendrán la palabra

Mañana da comienzo la campaña electoral propiamente dicha para las elecciones generales de próximo 28 de abril. De hecho, esta parece que se inició el pasado 1 de junio con la inesperada llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa y la presentación de su Gobierno «bonito». Con él quería vender más un producto político salido de una consultora que un programa. Es cierto que no tenía tiempo para más, que sin ganar las elecciones y con 84 diputados sólo cambia convocar las elecciones cuanto antes, como prometió. Convocó los comicios no por cumplir su palabra –de hecho confirmó con lo haría–, sino porque los independentistas catalanes que le dieron sus votos para ser presidente se lo retiraron para sacar adelante los presupuestos generales. Es fácil entender, por lo tanto, que en España han pasado muchas cosas en estos once meses, de manera que el tablero político ha quedado desestabilizado por un cambio desconcertante: el PSOE, un partido central para la estabilidad del país, se había entregado a los brazos del independentismo catalán para llegar al Gobierno. Por lo tanto, es lógico que el número de indecisos en estos momentos, a casi dos semanas de las elecciones, sea del 41,6%. Así lo refleja el polémico barómetro del CIS, que atribuye al PSOE un aplastante triunfo, casi doblando en votos y escaños al PP. Y, por supuesto, sin necesitar los votos de los independentistas catalanes ni de Bildu para revalidar su mandato, un factor que Sánchez quiere apartar como sea de la campaña. Pero lo cierto es que el total de indecisos suman 11.480.224 electores, suficientes para dar la vuelta a los resultados de las elecciones. La mayoría que la encuesta del CIS daba por posibles no se sostienen y, en todo caso, es una inducción al voto en una dirección muy partidista o aprovecharse del «efecto caballo ganador», que no es otros que el PSOE. El 11,9% (1.366.146 de electores) dudan entre votar al PP o Cs, el 9,1% (1.044.700) entre PSOE y Podemos y el 8,9% (1.021.739) entre PSOE y Cs. Por otra parte, hay que sumar el 6,6% (757.649) que deben decidir entre PP y PSOE, además del 12,2% (1.526.867) que dudan entre otras opciones necesarias para la posterior aritmética de alianzas. Es decir, dependiendo del sentido del voto de los indecisos modificaría los bloques de izquierda y centroderecha, incluso la de un gobierno PSOE-Cs. Esta incertidumbre, que la tienen casi la mitad –algo más de 3 millones– de los que votaron al partido de Albert Rivera en 2016, sería determinante si se mantiene también en el resto de opciones políticas. En el caso del PP, el 37% reconoce dudas, igual que el 31% de los que votaron al PSOE o el casi 38% de los que respaldaron a Pablo Iglesias hace tres años. El director del CIS, José Félix Tezanos, ha jugado a provocar el efecto de dar como ganador al PSOE, configurar el bloque con más opciones –el socialista con Podemos– y anunciar el crecimiento de Vox en detrimento de Pablo Casado y Rivera, pero dejando abierto que todo dependerá de 4,3 millones de electores, que son los que tienen claro que acudirán a votar, aunque no tienen claro a quién. Si esta variable se le suma el voto oculto, que el propio Tezanos cree que existe de manera amplia, cualquier prospectiva es pura magia. La intención de perjudicar a los partidos de la oposición, y de manera especial al PP, es evidente. Pero tampoco debe olvidar que ante el «efecto caballo ganador» existe la de un voto que tienda a reagruparse, que es a lo que Pablo Casado aspira. Mañana empieza una campaña reñida y decisiva y, a pesar de los augurios manipuladores del CIS, nada está decidido.