Grecia

Los Príncipes del pueblo

Hoy se cumplen diez años del matrimonio entre el Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón y Grecia, y Doña Letizia Ortiz Rocasolano, desde aquel momento Princesa de Asturias, y podemos decir con total satisfacción que se han hecho ciertos los votos que hicimos desde LA RAZÓN con motivo de tan crucial acontecimiento para el futuro de España. En efecto, la boda por amor del Heredero de la Corona con una joven española, ajena por completo al mundo de la nobleza pero con excelente formación humana y profesional, se ha demostrado un gran acierto, tanto desde el punto de vista personal como desde la perspectiva institucional. Si hace una década, en el sentir mayoritario de los españoles se expresaba la confianza en la elección que había hecho el Príncipe, confianza basada en el conocimiento próximo de las cualidades personales de Don Felipe, en su trayectoria impecable a lo largo de sus años de formación y de su trabajo al servicio del Estado, hoy es una convicción contrastada en los hechos, como demuestra la encuesta de NC Report, que hoy publica nuestro periódico, con motivo del aniversario del enlace real. La inmensa mayoría de los ciudadanos –el 76,3 por ciento– considera un acierto el matrimonio de los Príncipes de Asturias, con especial aceptación –un 83,4 por ciento– entre los jóvenes menores de 30 años. Del mismo tenor es la apreciación sobre la figura de Don Felipe y la percepción de que, llegado el momento de la sucesión, cuando Dios lo disponga, será un buen Rey para España, garantizando la continuidad de la Monarquía parlamentaria, la primera Institución del Estado, anclaje de nuestra democracia. Los españoles –también por abrumadora mayoría– consideran que los Príncipes de Asturias conocen los problemas actuales de la nación, los saben cercanos al pueblo y creen que Don Felipe está muy bien preparado para desempeñar su labor. Hablamos de porcentajes de aprobación y apoyo, según refleja el sondeo, superiores al 75 por ciento de los encuestados, lo que supone un consenso social pocas veces alcanzado en la historia reciente de España. Los Príncipes de Asturias son, a los ojos de los españoles, una garantía de estabilidad y progreso para los años venideros. Buena parte del éxito hay que buscarlo en la capacidad y sensibilidad de Don Felipe para conectar con los intereses generales y ser fuente de esa ejemplaridad pública que la sociedad reclama a sus gobernantes, con mayor exigencia en momentos de crisis y dificultades como los actuales. En definitiva, diez años después, los Príncipes de Asturias han cumplido con creces todo lo que se esperaba de ellos, algo que sus indudables cualidades humanas y profesionales permitían avizorar.