Crisis migratoria en Europa
No son los refugiados, es el fin de la utopía
El Papa Francisco, que ayer recibió el reconocimiento de la Unión Europea por antonomasia, como es el Premio Carlomagno, puso el dedo en la llaga de lo que realmente puede significar para la construcción europea la crisis de los refugiados. Ante Su Majestad el Rey, la canciller alemana, Angela Merkel; el primer ministro italiano, Matteo Renzi; la presidenta lituana, Dalia Grybauskaité; el gran duque de Luxemburgo, Enrique de Nassau-Weilburg y Borbón-Parma, y los presidentes de la Comisión, del Parlamento y del Consejo europeos, Jean-Claude Juncker, Martin Schulz y Donald Tusk, respectivamente, Su Santidad advirtió de que detrás de la divergencia inmigratoria puede encontrarse la renuncia a la gran utopía de los impulsores de una Europa libre, defensora de los derechos humanos, abierta a quienes demandan auxilio y protección, unida en su diversidad y sin fronteras. La crisis de los refugiados es, pues, un síntoma de una dolencia grave, que puede levantar nuevos muros en un continente que apenas ha conseguido derribar los que había. Sabias palabras del Papa que deberían escuchar con atención aquellos líderes políticos que fomentan, o aprovechan, atávicos temores para volver a los nacionalismos populistas que creíamos por fin desterrados de nuestra Europa.
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