Elecciones autonómicas
País Vasco y Galicia complican la estrategia de Pedro Sánchez
El bloqueo que sufre la vida política española desde las pasadas elecciones del 20 de abril de 2015 y las posteriores del 26 de junio, cuyo resultado, aun habiéndolas ganado el Partido Popular, no le permite conseguir la investidura, ha abierto un escenario en el que obligatoriamente hay que mirar al detalle la situación por la que atraviesa el PSOE. Lo exige la aritmética parlamentaria y la estrategia que el secretario general socialista, Pedro Sánchez, está siguiendo para impedir a toda costa que Mariano Rajoy revalide la presidencia del Gobierno. Los seis escaños que el candidato popular necesita para ganar la investidura dependen del PSOE. De ahí que los comicios vascos y gallegos deban interpretarse, también, en clave nacional. Después de todo, populares y socialistas están a la espera de las elecciones del próximo domingo para reorientar o reafirmarse en sus estrategias. En una primera lectura del sondeo que NC Report ha realizado para LA RAZÓN, lo más destacable es la espectacular caída que los socialistas sufren en el País Vasco, situándose en el 11,4% de los votos, lo que supone su mayor descenso, dejando atrás el 27,8% que obtuvieron en 2009. En conjunto, el PSE pierde casi la mitad de los electores (sólo el 52,1% le será fiel) y hasta un 22,5% preferirá la opción de Podemos. ¿Puede este resultado tener una interpretación sólo en clave del contexto vasco? Hay un hecho claro: la enquistada radicalización política del País Vasco propiciada por el terrorismo etarra y la complicidad del muy disciplinado mundo abertzale han acabado favoreciendo la aparición de una izquierda supuestamente «social» que está jugando con calculada equidistancia su posición en el «conflicto vasco»: ni con unos (ETA), ni con otros (los partidos constitucionalistas). El PP también sufriría una caída, aunque mucho menor (28.584 votos y dos diputados), lo que invita a la reflexión de por qué los dos partidos que estuvieron en primera línea contra el terrorismo y lo sufrieron de manera más directa son los únicos que pierden votos. Pero hay otro dato a tener en cuenta: el PNV, que gana y crecería casi en 20.000 votantes, no consigue la mayoría absoluta, aunque podría gobernar con el apoyo de PP y PSE, algo a no perder de vista. Las elecciones gallegas plantean un resultado más previsible: Feijóo conseguiría la mayoría absoluta y los socialistas sufrirían un leve descenso. De esta manera, el presidente de la Xunta reforzaría su perfil y, lo que es tanto más importante para el PP en estos momentos, es capaz de aguantar como opción de gobierno. Los resultados vascos y gallegos dibujan un escenario realmente complicado al PSOE y con poco margen para enmendar su posición si se repiten, por tercera vez, elecciones. De nuevo se reabre el frente sobre la hegemonía de la izquierda. Tanto en el País Vasco como en Galicia, Podemos y En Marea superan al PSOE, que añade un grave inconveniente: Pedro Sánchez sigue sin articular un discurso propio, que lo diferencie del izquierdismo de Pablo Iglesias y que pueda frenar el avance de Rajoy hacia la mayoría. Éstos son los hechos. El problema del socialismo español en estos momentos es no haber sabido, o querido, marcar una posición inequívoca ante el desafío nacionalista catalán y ser la fuerza capaz de articular desde la centralidad a la sociedad española. Un liderazgo fuerte obliga a defender ante militantes y votantes por qué es bueno para el conjunto de la sociedad española que haya un Gobierno, aunque no sea tu Gobierno.
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