Bruselas
Positiva reforma laboral
La reforma laboral impulsada por el Gobierno de Rajoy ha cumplido un año de andadura y el balance, sin tener efectos milagrosos, se puede calificar de positivo. Más que crear empleo, la reforma ha evitado que se destruyeran aún más puestos de trabajo y a la misma velocidad de crucero de los últimos años. La ministra Fátima Báñez cifró ayer en 225.800 los empleos salvados. Pero más allá de los cálculos concretos, sujetos a controversia, lo cierto es que la nueva regulación del mercado laboral ha ejercido una influencia dinamizadora en la contratación y ha disipado el miedo de los pequeños y medianos empresarios a ampliar plantillas. No es cierto, como sostienen los sindicatos y el PSOE sin rigor alguno, que la reforma sea la culpable de que el paro se haya incrementado en 670.000 personas. La creación o destrucción de empleo no depende de una sola ley, sino de cómo evolucione la economía y de cómo se adapta el mercado laboral a los cambios. Por desgracia, el Gobierno socialista fue incapaz de reaccionar con rapidez y valentía ante la recesión, lo que se tradujo en una destrucción masiva y a gran velocidad de puestos de trabajo, bien porque se produjeron cierres de empresas, bien porque, para evitar la quiebra, el empresario no tuvo otra opción que reducir plantillas ante la falta de flexibilidad de la legislación laboral. Por tanto, urgía modificar el marco regulador para frenar esta caída abisal, partiendo de la premisa de que lo importante no era abaratar el despido, sino facilitar la contratación. Y es justo reconocer que el Gobierno de Rajoy lo ha conseguido en parte. De hecho, es muy probable que se pueda crear empleo neto creciendo sólo a un 1%, en vez de al 2,5% que era necesario antes de la reforma. En este punto resulta ilustrativa la influencia beneficiosa de la reforma en el sector exportador, especialmente en el de la automoción, que no sólo evitó la destrucción de miles de puestos de trabajo, sino que ha creado más que ningún otro. Sin embargo, quedan todavía muchos pasos que dar de toda índole. Es un acierto, por ejemplo, que la ministra de Empleo lleve a cabo una simplificación en la maraña de contratos y que reduzca a cinco los 41 tipos actuales. Por más que los sindicatos se sientan cómodos en medio de tanta burocracia, lo cierto es que la proliferación de formularios supone un lastre para los empresarios, merma la transparencia sobre los incentivos y resta agilidad al empleador. En todo caso, dependerá de cómo se comporte la economía en los próximos trimestres que sea necesaria otra vuelta de tuerca, tal como piden Bruselas y el FMI de manera insistente. El objetivo irrenunciable, para cuya consecución no deben regatearse ni medios ni reformas, es frenar el paro y facilitar que millones de jóvenes accedan al mercado de trabajo sin más demora.
✕
Accede a tu cuenta para comentar