Bruselas

Previsiones al alza

Aunque a un ritmo menor del deseado, la reducción del desempleo en España parece consolidarse tras seis meses consecutivos con registros positivos. De hecho, los datos de este mes de marzo, con 16.620 parados menos, son los mejores de los últimos siete años. La tendencia es igualmente buena en las afiliaciones a la Seguridad Social –con 83.984 cotizantes más en marzo–, con un incremento neto de 115.000 altas en los doce últimos meses. Es significativa la recuperación del empleo en el sector de la construcción y sigue siendo muy preocupante el mal comportamiento del mercado laboral entre los jóvenes. Una visión de conjunto de la economía española en la que se suceden los indicadores positivos, desde el descenso de la prima de riesgo hasta la recuperación sensible de la venta de automóviles, pasando por la reactivación del crédito al consumo, llama, sin duda, al optimismo. De hecho, el ministro Guindos anunció ayer que modificará al alza las previsiones que enviará a Bruselas a finales de mes, lo que sin duda tendrá un impacto muy positivo en la imagen de España y su capacidad para salir de la crisis. No obstante, no conviene caer en triunfalismos. Mientras España ha llevado a cabo una profunda rectificación de pasados errores, impulsando el programa de reformas de mayor calado desde la Transición, no ha ocurrido lo mismo en el conjunto de la UE, con Francia e Italia inmersas en un proceso de deterioro de sus economías ciertamente preocupante. Este martes, Bruselas se vio en la obligación de recordar al Gobierno de París el riesgo que amenaza a la zona euro, advirtiendo a su nuevo primer ministro, Manuel Valls, de que debe afrontar las reformas estructurales necesarias para desatascar los cuellos de botella que frenan el crecimiento y la competitividad del país, cumplir sus objetivos de déficit y olvidarse de pedir nuevos aplazamientos del calendario comprometido. También en el caso de Italia, que apenas acaba de salir de su enésima crisis política, las perspectivas son muy preocupantes, en especial en lo que se refiere al mal comportamiento del mercado laboral y a la contracción del consumo interno. En ambos países, un agravamiento retardado de la crisis significaría una pésima noticia para el conjunto de la UE, desde luego, pero, en particular, para España, que tiene a los mercados italiano y francés entre sus principales destinos exportadores.Una razón más para insistir al Gobierno de Rajoy en la necesidad de seguir profundizando en las reformas y, también, en una reducción del gasto público que permita aliviar la presión fiscal lo antes posible. Porque, pese a la diversificación de los mercados exteriores llevada a cabo con éxito por las empresas españolas, el riesgo de un parón en las exportaciones a Europa puede condicionar la senda, ya franca, de la recuperación económica.