Barcelona

Qué está en juego en el PSOE

La Razón
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Una de las incógnitas que despejarán las elecciones municipales y autonómicas del próximo domingo es cómo afectará el resultado que obtenga el PSOE en la estabilidad y el futuro del socialismo español. Las perspectivas, si partimos de los sondeos publicados, no son buenas, y tampoco la percepción en la dirección de Ferraz abona la idea de que el partido pueda seguir conservando la segunda posición en el mapa político español. Dicho de otra manera: de no mantenerse en número de votos en ciudades en las que hasta ahora era primera fuerza, incluso ganar en alguna comunidad gobernada en estos momentos por el PP, supondría un serio revés para los socialistas. Convertirse en tercero, incluso en cuarto partido en algunos territorios implicaría perder su posición central en la política española y abriría un escenario inédito que, de entrada, sería desmovilizador para sus militantes y sus votantes. Ni que decir tiene que está en juego un hecho crucial: la pérdida de la hegemonía dentro de la izquierda española, papel que ha ostentado desde la Transición, plaza que lograría ocupar un partido recién fundado, de dudoso programa y zonas oscuras en lo ideológico. Además de que este cambio tendría serías repercusiones en el mapa político español, afectaría al futuro del PSOE. Es más que previsible que, después de las elecciones del domingo, si los socialistas no consiguen mantener sus posiciones –ya no hablemos de mejorarlas–, se ponga en entredicho el liderazgo de Pedro Sánchez y vuelva a abrirse una crisis larvada desde hace tiempo en el socialismo. Como muestra de esta debilidad orgánica y de que la elección del actual secretario general no ha acabado de cohesionar el partido, está el hecho de que hasta ayer Sánchez y la presidenta en funciones de Andalucía, Susana Díaz, no habían participado juntos en un acto electoral. Hay dos interpretaciones posibles: o los dos líderes más fuertes del partido creen que juntos no suman, o que cada uno de ellos quiere hacer una valoración particular de los resultados. Es decir, la victoria en las plazas andaluzas se consideraría como un triunfo personal de Díaz y el avance o retroceso en el resto de España, como un castigo a Sánchez. El PSOE parece que tiene muy asumido que no tendrá un buen resultado en el Ayuntamiento de Madrid y que mantener la segunda plaza en la Asamblea de la Comunidad puede tener una interpretación positiva siempre que el candidato Ángel Gabilondo no empeore los resultados de Tomás Gómez, cuyo relevo fue presentado como la operación estratégica de más calado de Sánchez. En la ciudad de Barcelona las previsiones son aún más confusas, ya que los socialistas podrían quedar como una fuerza residual. Jugárselo todo a ganar en Extremadura, Asturias y Castilla-La Mancha presenta a un PSOE desnortado, que puede volver a instalarse en una crisis profunda.