El desafío independentista
Que los separatistas dejen a los niños en paz
La huelga independentista del pasado miércoles dejó escenas especialmente graves y repudiables. Nos referimos a la utilización de los niños, incluso de bebés, en las protestas. Las imágenes, que se sucedieron a lo largo de toda la jornada y que fueron ayer portada de este periódico, hablaban por sí solas sobre el grado de inconsciencia y de irresponsabilidad que los adultos implicados alcanzaron, bien los progenitores o los educadores. Que pequeños de cortísima edad fueran situados en una carretera como una suerte de «escudos humanos» es el síntoma incontestable de una degradación colectiva que provoca que ese mundo extremista y delirante del independentismo lo contemple con absoluta normalidad y le confiera un tratamiento casi festivo y familiar. Pero que ese universo contaminado y perverso manifieste tal grado de desquiciamiento no implica que los poderes públicos deban mirar para otro lado ante la manipulación de la infancia que el separatismo viene practicando desde hace años, y del que el canal infantil de TV3, por ejemplo, es una manifestación diaria. El PP anunció ayer que denunciará ante la Fiscalía de Menores a los padres y educadores que usaron a los niños en la protesta del miércoles. El Ministerio Público, que tendría que haberlo hecho de oficio, tendrá que valorar si se han realizado actos contrarios a las reglas de las relaciones paterno filiales que ampara la ley de protección jurídica del menor como puede ser el caso. De cualquier forma, el Estado de Derecho no puede cruzarse de brazos mientras se adultera la infancia al servicio de intereses espurios.
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