Crisis económica

Razones para la esperanza

Sería temerario, cuando no irresponsable, negar que en el año 2013 persistirán las graves dificultades económicas y que la tasa de desempleo seguirá al alza. Los próximos nueve meses no serán más benévolos que el año que termina, lo que exigirá del Gobierno nuevas reformas y un pulso templado para cuadrar las cuentas públicas. No cabe, por tanto, edulcorar la realidad, lo que no significa, sin embargo, que debamos renunciar a toda esperanza. Hay razones y motivos para confiar en que durante el próximo ejercicio se produzca un cambio de tendencia y se reactive la economía. Pese a los duros meses transcurridos, a lo largo de 2012 se han puesto en marcha numerosas medidas y reformas de todo punto imprescindibles para crecer y para crear empleo. Sus frutos tardarán algún tiempo en sazonarse, pero ya hay indicios alentadores. De entrada, el Gobierno ha logrado enderezar las cuentas públicas, evitando que el déficit arrastrara al país a la quiebra. La firmeza demostrada por el equipo de Rajoy ha devuelto a España la credibilidad de los mercados y ha mantenido a raya a los especuladores. De hecho, se ha podido financiar razonablemente la deuda sin recurrir al temido rescate y el Tesoro se ha permitido, incluso, captar recursos anticipadamente. Aunque la cuestión del rescate sea opinable, lo cierto es que haber prescindido de él durante la dura travesía de 2012 es un éxito incontestable de Mariano Rajoy y una demostración clara de la fortaleza de España. A ello tampoco son ajenos el buen comportamiento de la Bolsa, la drástica bajada de la prima de riesgo y, de forma significativa, el regreso de miles de millones de euros que habían salido del país en los días de mayor incertidumbre. Al mismo tiempo, pueden apreciarse ya algunos de los efectos beneficiosos de las dos grandes reformas impulsadas por el Gobierno: la financiera y la laboral. La primera, que se ha culminado con la creación del llamado «banco malo», ha consolidado plenamente la solvencia de la banca, condición previa para que se reactive el crédito a las empresas y familias. En cuanto a la reforma laboral, por más que tardarán en verse sus ventajas para crear empleo, ya hay datos objetivos que la avalan: sin ella, gigantes de la industria del automóvil como Ford o Renault no habrían apostado por España para ampliar sus producciones. Este aumento de la competitividad del mercado laboral es condición necesaria para crear empleo. Por lo demás, hay que valorar la importancia de indicadores como la reducción del déficit comercial a niveles de hace 40 años, el aumento del 4% de las exportaciones, la multiplicación por tres del superávit con la UE y la fortaleza de la industria turística. Es cierto que, aun siendo buenas, las señales son insuficientes. Pero también es cierto que anuncian, sin falsas esperanzas, tiempos mejores.